El seleccionado argentino de fútbol que hoy obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos no llegó a deslumbrar, pero siempre intentó jugar bien, por eso a la hora de los balances y cuando la historia repase su actuación quedará el primer lugar del podio y la inolvidable goleada ante Brasil.
Antes de comenzar los Juegos Olímpicos las expectativas eran muchas, porque en un equipo donde un entrenador, como Sergio Batista, se anima a poner juntos a Lionel Messi, Juan Román Riquelme, Segio Agüero, Ezequiel Lavezzi, Angel Di María y Fernando Gago entre otros, las esperanzas de ver buen fútbol sobran.
No hay dudas que el buen fútbol no lo da un entrenador, porque no juegan, pero sí los jugadores que manda a la cancha.
Y si hay jugadores con buen pie, el espectáculo debería estar asegurado.
La pregunta es por qué este seleccionado no llegó a rendir como todos soñaban y la respuesta es clara: sólo tuvieron seis entrenamientos serios y formales, que fueron los seis partidos que jugaron en China.
En el debut el seleccionado de Batista no jugó bien pero así, y todo, generó más de diez situaciones de gol y terminó ganando el partido ante Costa de Marfil porque fue el único equipo en la cancha en querer quedarse con la victoria: fue un premio a la actitud.
Ante Australia, en la segunda fecha, pasó algo similar y cuando ensamblaron los engranajes los grandes jugadores convirtieron un gol inolvidable, por la jugada que armaron Riquelme, Messi y Di María que definió Lavezzi.
En el tercer partido, con muchos suplentes, el equipo comenzó a dar muestras de su personalidad, porque superó con mucha autoridad a Serbia y así se clasificó primero en su grupo.
Comenzaban los cuartos de final y se venía lo más complicado del torneo, con los rivales más fuertes y poderosos, por lo cual, las dudas en la previa comenzaron a crecer.
El primer escollo hacia el oro era Holanda, pero el seleccionado argentino, con algo de sufrimiento, lo pasó con autoridad, ante un rival que no respetó su historia y se defendió con sus once hombres, algo que al final terminó pagando caro.
Entonces llegó la semifinal y el gran clásico ante Brasil, en Beijing, y otra vez los fantasmas del pasado, ya sea de la Copa América o de las amistosos, comenzaron a sobrevolar sobre el seleccionado olímpico argentino.
Nadie esperaba un partido abierto y de hecho no lo fue, porque Dunga decidió tirar por un rato a la basura la historia de Brasil, porque así le había ido bien ante Argentina, y salió a jugar de contra, con todos atrás.
Pero esa avaricia la pagó cara y, como no todo el año es carnaval, apareció el "Kun" Agüero para marcar dos goles, cerrando Riquelme el histórico 3 a 0 que dejó a los argentinos en Beijing para jugar la final ante Nigeria y mandó a Dunga y su estilo anti-fútbol al encuentro por la medalla de bronce en Shanghai.
La final de hoy no tiene mucho para analizar, el calor, el estado del campo de juego y los nervios por pelear por la medalla de oro conspiraron contra el espectáculo, pero Argentina, gracias a sus individualidades, pudo marcar la diferencia y hacer historia.
Fuente: Telam
No hay dudas que el buen fútbol no lo da un entrenador, porque no juegan, pero sí los jugadores que manda a la cancha.
Y si hay jugadores con buen pie, el espectáculo debería estar asegurado.
La pregunta es por qué este seleccionado no llegó a rendir como todos soñaban y la respuesta es clara: sólo tuvieron seis entrenamientos serios y formales, que fueron los seis partidos que jugaron en China.
En el debut el seleccionado de Batista no jugó bien pero así, y todo, generó más de diez situaciones de gol y terminó ganando el partido ante Costa de Marfil porque fue el único equipo en la cancha en querer quedarse con la victoria: fue un premio a la actitud.
Ante Australia, en la segunda fecha, pasó algo similar y cuando ensamblaron los engranajes los grandes jugadores convirtieron un gol inolvidable, por la jugada que armaron Riquelme, Messi y Di María que definió Lavezzi.
En el tercer partido, con muchos suplentes, el equipo comenzó a dar muestras de su personalidad, porque superó con mucha autoridad a Serbia y así se clasificó primero en su grupo.
Comenzaban los cuartos de final y se venía lo más complicado del torneo, con los rivales más fuertes y poderosos, por lo cual, las dudas en la previa comenzaron a crecer.
El primer escollo hacia el oro era Holanda, pero el seleccionado argentino, con algo de sufrimiento, lo pasó con autoridad, ante un rival que no respetó su historia y se defendió con sus once hombres, algo que al final terminó pagando caro.
Entonces llegó la semifinal y el gran clásico ante Brasil, en Beijing, y otra vez los fantasmas del pasado, ya sea de la Copa América o de las amistosos, comenzaron a sobrevolar sobre el seleccionado olímpico argentino.
Nadie esperaba un partido abierto y de hecho no lo fue, porque Dunga decidió tirar por un rato a la basura la historia de Brasil, porque así le había ido bien ante Argentina, y salió a jugar de contra, con todos atrás.
Pero esa avaricia la pagó cara y, como no todo el año es carnaval, apareció el "Kun" Agüero para marcar dos goles, cerrando Riquelme el histórico 3 a 0 que dejó a los argentinos en Beijing para jugar la final ante Nigeria y mandó a Dunga y su estilo anti-fútbol al encuentro por la medalla de bronce en Shanghai.
La final de hoy no tiene mucho para analizar, el calor, el estado del campo de juego y los nervios por pelear por la medalla de oro conspiraron contra el espectáculo, pero Argentina, gracias a sus individualidades, pudo marcar la diferencia y hacer historia.
Fuente: Telam