Por qué hablamos de "Bicentenario"

La generación del ochenta al menos tenía un proyecto. Nuestros dos presidentes ¿están buscando uno? El último recuerdo que tengo de planificación, de pensar un país con objetivos, con decisiones, era un libro muy grande, que yo leía desde chiquita, que era el Plan Quinquenal. Recuerdo que me gustaban los dibujitos, estaban llenos de barquitos y obreritos, de fabriquitas, en fin, se pensaba qué país íbamos a tener los argentinos al cabo de tantos años.” Por Jorge Lanata.
Cristina Kirchner, en la presentación del Plan Estratégico Territorial “Argentina del Bicentenario”, el pasado lunes 17 de marzo. Antes de pasar de lleno al tema de “los barquitos y las fabriquitas” debe notarse que aún faltan, para el Bicentenario, dos años. Esta aclaración, aunque obvia, parece necesaria ya que Gobierno y medios hablan de la fecha como si estuviera a punto de producirse. Y nótese que, además, se trata de dos años en la Argentina, que jamás respondió a calendario gregoriano o racional alguno: dos años pueden ser quince, o diez minutos o jamás. A efectos del diálogo, sin embargo, haremos como que el Bicentenario, del modo que sea, va a llegar. En sus últimos treinta y cinco discursos consignados por la página web de la Presidencia –incluyendo uno antes de su asunción, en la inauguración de la Plaza Colón el 6 de diciembre de 2007– la Presidenta mencionó la palabra “Bicentenario” sesenta veces. Se desconoce cuántas veces hizo lo propio el Presidente, ya que sus discursos dejaron de consignarse a nivel oficial. Sesenta bicentenarios hasta el mencionado en la inauguración del Sanatorio Anchorena el pasado 22 de mayo. En todos los casos la recurrencia es similar: Cristina menciona “volver a pensar al país”, ”saltar a la modernidad”, “reconstruir”, “poner una bisagra histórica” e “inaugurar obras del Bicentenario”. El 23 de enero, durante su discurso de creación de un polo científico y tecnológico, la Presidenta hizo gala de su teoría revisionista sobre la Argentina del Centenario al que, por un error involuntario, denominó “Primer Bicentenario”: “Ustedes saben que el primer Bicentenario estuvo caracterizado por casi un festejo reducido a los entonces grupos dominantes en la República Argentina y que geográficamente se limitó a una conmemoración aquí, en la Capital Federal, donde, además, la gran transformación que se proponía era hacer desaparecer todos los vestigios de lo que éramos, de la Argentina que había venido con su red hispánica y de la colonia, para hacer una Buenos Aires europea casi francesa; ésta fue la gran conmemoración del Centenario”. Las comparaciones son odiosas y la versión “Lerú-Pigna-Sindicato de Porteros” de la Presidenta resulta un poco, digamos, limitada. Así como pudo sorprenderse alguna vez de la real ubicación de la laguna Picaza, tal vez algunos de estos datos consigan la sorpresa oficial: –Entre 1899 y 1914 se debatió la convertibilidad entre el peso y el oro. Pellegrini finalmente la fijó en 2,27 y así se mantuvo frente a la presión de los importadores, que abogaban por el uno a uno. –El analfabetismo era en 1895 del 53,3% (con un 37,4% de población urbana) y en 1914 bajó al 35,9% (con un 53% de población urbana). –Entre 1900 y 1905 se creció a una tasa anual del 8%, lo que duplicó el Producto Bruto en la primera década del siglo XX, pasando las exportaciones de 78 a 180 millones de pesos oro. No llamaban entonces, al abismo social, “tensiones del crecimiento”. –En 1907 se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia y Figueroa Alcorta se apresuró a legislar para que esos bienes quedaran en manos del Estado, sin licitarlos a ninguna compañía española. –La revuelta del radicalismo en 1905 fue derrotada, pero sus demandas por limpieza electoral dieron vuelta el mapa político argentino pocos años después. –La violencia política más radicalizada perteneció a los grupos anarquistas, que asesinaron al entonces jefe de Policía Ramón Falcón, en venganza por la criminal represión del 1º de mayo de 1909. –José Figueroa Alcorta era vicepresidente del fallecido Manuel Quintana, y asumió entre 1906 y el 12 de octubre de 1910. Años más tarde, siendo ministro de la Corte Suprema, fue el único juez que propuso renunciar como respuesta al golpe de Estado de 1930. –Figueroa preparó el camino para la denominada Ley Sáenz Peña, de voto universal, secreto y obligatorio. Electo el 12 de junio de 1910 Roque Sáenz Peña se reunió con el presidente saliente y también con Hipólito Yrigoyen, líder de la oposición, quien se comprometió a abandonar la vía violenta. En 1912 se llevaron a cabo las primeras elecciones libres en la Argentina, creció notablemente el socialismo y el radicalismo logró consolidarse en Entre Ríos y Santa Fe. La clase media, por primera vez, se sentaba a la mesa del poder en la Argentina. Treinta años más, con Perón, haría lo propio la clase obrera. –Si se toma en cuenta el valor de las exportaciones en millones de pesos oro, en el período 1911-1915 (en relación al de 1896-1900) crecieron 259% las exportaciones de trigo, 618% las de maíz y 483% la de lino. Los pools exportadores eran los mismos con los que hoy Moreno carteliza los precios: Bunge & Born, Dreyfus, etc. –En su ensayo La Argentina del Centenario, campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo ubican al Centenario como el momento del nacimiento del “primer nacionalismo” o “nacionalismo cultural”, refiriéndose a la polémica de la época sobre el significado del Martín Fierro y la identidad nacional. También señalan, como “componente del clima ideológico del diez”, el espíritu de conciliación hacia España y la herencia española (en Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, Rodó y la impronta marcada por Unamuno). La aproximación al Centenario que intenta la Presidenta no parece muy sólida o es, al menos, un poco estereotipada: nadie en su sano juicio podría negar que fue aquella una época conservadora y contradictoria pero tuvo al menos un eje central que permite, cien años después, definirla: presentó un proyecto. La Argentina que comenzó a pensarse desde la generación del ochenta tuvo, hasta las primeras tres décadas del siglo y quizá más, trazos gruesos coincidentes. Quizá la Presidenta y el presidente se encuentren ahora buscando un proyecto, tal vez de eso se trate este arañazo del Bicentenario que suena tan alejado del Líbano que gana las calles. Pero si es así se trata de un asunto de cotillón: faltan dos años para comprar las serpentinas. En las sesenta menciones presidenciales al Bicentenario revolotea la idea de unidad, plan quinquenal, acuerdo, coincidencias básicas, refundación. No es tan distinto a la idea movimientista de Alfonsín, o Menem, esta invitación a aceptar un paquete cerrado bajo la posibilidad de ser tachado de traidor si se lo rechaza. Traidor, golpista, oligarca o lo que sea. Cómo podría la oposición aceptar un diálogo de alguien que ni siquiera dialoga con la prensa? ¿Convoca el Gobierno ahora a dialogar o a escuchar? ¿Cuáles son los ejes del Bicentenario, además de la coca light y los chizitos? Ayer, en Clarín (que, para el Gobierno, parece haber dejado de mentir y contaminar) Alcadio Oña se preguntaba sobre las consignas de un documento oficial titulado “Acuerdo Económico Social del Bicentenario”: “Quién podría oponerse a la vigencia del estado de derecho, al crecimiento económico sostenido con equidad distributiva, a la erradicación del analfabetismo y el trabajo infantil, al pleno empleo y a garantizar una educación de calidad para todos o todas?”. Nada dice el documento con respecto al “cómo”: el Bicentenario es una extensa postal de Navidad. JO, JO, JO, ¡PASEN Y VEAN! A través del decreto 278/2008 la Presidenta declaró el año 2010 como “Año del Bicentenario de la Revolución de Mayo”, creando un organismo especial en el ámbito de la Secretaría General, a cargo de Carlos Zannini: la Secretaría Ejecutiva de Conmemoración del Bicentenario, responsable de organizar los fastos, propiciar una moneda y un sello postal. Hay, a la vez, un Comité Permanente del Bicentenario (¿será Permanente porque excederá la fecha en cuestión?), coordinado por José Nunca, secretario de Cultura. Nun se ocupa de “fijar metas y crear conciencia en la ciudadanía”. También hay una “Casa del Bicentenario”, en Riobamba entre Paraguay y ex Charcas: subsuelo, planta baja y cuatro pisos. La Casa tendrá ese destino hasta 2016, y albergará muestras que sean “una suerte de historia viva del país”. Hay un sitio web:www.bicentenario.gov.ar donde se publican encuestas relativas al tema: -25 de Mayo: 51% -9 de Julio: 49% De haber vivido en 1816, ¿hubieras luchado por la Independencia? Sí, hubiera dado mi vida de ser necesario: 58% No lo sé, es muy difícil pensar en eso: 31% No, le tengo miedo a la guerra: 11% El Centro Cultural del Bicentenario (un proyecto oficial para convertir el Palacio de Correos en el emblema arquitectónico del festejo) no llegará a inaugurarse en 2010. Tal vez, aseguraron a este diario fuentes del Gobierno, esté listo para 2016. Y 3016 tampoco es una mala fecha. La llamada licitatoria para construir el Centro fue postergada cinco veces y recién fueron abiertos los sobres el pasado 18 de marzo: participaron Techint, Constructora Sudamericana, Roggio, Isolux, Esuco, Petersen, Thiele y Cruz y Rieva SA. PANTALLA FRÍA “Esto es un polvorín, querido. Y estamos todos fumando.” De un funcionario muy cercano al presidente Kirchner, a Crítica de la Argentina. “¿Qué vamos a relanzar si Cristina nunca estuvo?” De otro funcionario, que insistió aún más en el anonimato. La imagen positiva del gobierno nacional era, en enero, del 50%. Hoy el índice bajó a 22%. De cada diez personas, ocho opinan que Cristina no gobierna y la “sienten cada vez más lejana en la gente”. El Gobierno encargó cuatro encuestas para medir el resultado de la imagen presidencial posconflicto del campo. La más optimista de todas fue la de CEOP, una encuestadora cautiva del Grupo Clarín, que le dio un 40% de imagen positiva. Aun así, el número es considerablemente más bajo que el informado por CEOP hace sólo dos meses. El Gobierno acusó el impacto de lo números: Cristina comenzó a volverse “más cálida” en sus discursos y aumentó sus contactos con los ministros. Kirchner, por su lado, atemperó sus llamados de pressing, dejó su oficina del PJ Puerto Madero y ahora toma café en Pepinos, en Acassuso, corre en su cinta y desayuna con su mujer. No resigna, eso sí, su cargo de ministro de economía paralelo. Alberto F. le dice a quien se cruce que se quiere ir. Muchos se preguntan si no será ésa una estrategia para quedarse. ¿De Vido como jefe de Gabinete? ¿Sergio Massa? No pasan de ser rumores de pasillos en Olivos. La idea del relanzamiento, como atestiguó nuestra timorata fuente, parece haber pasado al olvido. Una muestra nacional realizada en base a 1.200 casos por Management & Fit para Crítica de la Argentina durante los días 21, 22 y 23 de mayo señala: –El 64,2% desaprueba la gestión de gobierno. –El 26,3% la aprueba. –El 72,40% cree necesarios cambios de gabinete, y los ítems INDEC e inflación aparecen como los dos más preocupantes para el público, con 48 y 43%, respectivamente. –El 65% del público avala el reclamo del campo, y el 81,20% cree que Gobierno y campo deberían llegar a un acuerdo. –El 56,7% del público desaprueba la forma en que la oposición lleva adelante su labor, y sólo el 26,5% la aprueba. –La oposición es liderada por No sabe/No contesta en un 30%, a quien le siguen Mauricio Macri 27,10% y Elisa Carrió, 25%. Esta mañana, en Salta y en Rosario, un acto dividirá al país. No parece ser la mejor manera de empezar a unirlo. INVESTIGACIÓN: J L /LUCIANA GEUNA/ JÉSICA BOSSI Fuente: Diario Crítica de la Argentina