Una joven pareja de la Primera Sección Lomas en Saladas perdió su vivienda en un incendio. La comunidad se movilizó para ayudarlos a levantar un nuevo techo y mantener viva la esperanza.
El sábado en horas de la madrugada, la vida de María Castillo, de 18 años, y Daniel Saya dio un giro inesperado cuando un incendio arrasó con su casa en la Primera Sección Lomas de Saladas. Afortunadamente, María, quien es mamá de un niño de 4 años, relató que no estaban en la vivienda al momento del siniestro. “Fuimos a la casa de mi suegra, y una tía comenzó a gritar porque nuestra casilla se estaba incendiando. Perdimos todo, nos quedamos con la ropa puesta y el resto lo consumió el fuego”, contó emocionada en diálogo con Radio Urbana 106.9 durante el programa Un Día Perfecto.
El incendio, que se presume fue causado por un desperfecto eléctrico, consumió en minutos todo lo que la pareja había logrado construir con esfuerzo y sacrificio. Sin embargo, lo que parecía ser el final de un sueño, se transformó en un nuevo comienzo gracias a la solidaridad de los vecinos y la familia.
La solidaridad que levanta paredes
La comunidad de Saladas respondió rápidamente al llamado de ayuda. Vecinos se acercaron con ropas, alimentos, medicamentos, maderas, clavos, y alambres para que María y Daniel puedan comenzar a reconstruir su hogar. Con esas donaciones y el trabajo conjunto, ya están levantando una nueva vivienda de madera.
“Estamos profundamente agradecidos con todos los que nos están ayudando. Nos da esperanza saber que no estamos solos”, expresó María, mientras sueñan con mudarse pronto a su nuevo hogar.
Cómo ayudar
Aunque han logrado avanzar, todavía necesitan materiales para completar la construcción. Quienes deseen colaborar pueden comunicarse al número 3782-418983 (María). Especialmente necesitan cemento y arena para realizar el contrapiso que dará estabilidad a su nueva casa.
Este episodio no solo muestra la fragilidad de la vida cotidiana, sino también la inmensa capacidad de los saladeños para unirse y extender una mano amiga en los momentos más difíciles. La historia de María, Daniel y su pequeño hijo es un recordatorio de que, juntos, es posible reconstruir mucho más que una casa: se reconstruyen sueños, esperanzas y futuros.