La Selección intentó por todos los medios llevarse la victoria de Belo Horizonte pero no lo logró. Hizo un buen segundo tiempo, en el que aparecieron Messi y Riquelme, y controló a un rival que tuvo pocas luces. Sobre el final la Pulga casi consigue el triunfo. Con el empate, el equipo del Coco queda segundo en las Eliminatorias, a dos puntos de Paraguay, el único líder.
Normalmente, el clásico sudamericano enfrenta a dos equipos que disfrutan la abundancia y no sufren de problemas en cuestiones Eliminatorias. Pero no siempre es así. Llegó el día y una nueva edición del choque entre dos de los mejores equipos del mundo se hizo realidad. Pero no con la tranquilidad necesaria que los caracteriza. Uno con rumores de peleas internas y otro con un técnico en la cuerda floja luego de dos derrotas consecutivas. Sí, Argentina y Brasil en Belo Horizonte. Algo más que un simple partido de fútbol.
El escenario se preparó para albergar una fiesta, que en los planes de los brasileños, no parecía ser la propia. Contradictorio, porque en la semana, todas las voces de los hinchas locales demostraron que la gente no confía en el equipo y mucho menos en Dunga, su técnico. Pero está claro que en Belo Horizonte no se armó un espléndido show de luces y música para festejar una victoria de Argentina. ¿Será cábala para Brasil decir que el candidato es su máximo rival? En la Copa América fue así. ¿Resultado? 3-0 para la verdeamarelha.
Del lado argentino, el Coco decidió meter mano en el equipo, luego del agónico empate contra Ecuador en el Monumental. Sin Demichelis y Verón, uno suspendido y el otro lesionado, el DT se vio obligado a cambiar. Por eso mandó a la cancha a Coloccini y Gago. Pero el hombre de la voz ronca sorprendió minutos antes del comienzo del partido. Metió a Jonás Gutiérrez en lugar de Maxi Rodríguez con la idea de adelantar a Zanetti y formar una línea de tres en el fondo, por momentos y así tener más velocidad y mejor circulación del balón por el mediocampo.
Pero a la hora de jugar había que ver si la modificación le servía de algo a la Selección. En el comienzo, no parecía demasiado determinante. Porque Brasil tomó la iniciativa y obligó al capitán del Inter a retrasarse para formar una línea de cuatro en el fondo. Fue, entonces, el equipo local el que llegó primero con cierto peligro. Apenas iban cuatro minutos cuando el defensor Juan cabeceó una pelota en el primer palo que se fue desviada, pero muy cerca del arco del Pato Abbondanzieri.
De a poco, Argentina intentó equilibrar el juego. Y ahí fue cuando comenzó a notarse el cambio que el Coco hizo en los minutos previos al partido. Mascherano y Gago se hicieron muy anchos en el mediocampo, pero Jonás Gutiérrez hizo gala de su velocidad. En más de una ocasión tomó la pelota por izquierda e intentó desbordar a su marcador. En el primer cuarto de hora todavía estaban ausentes los ¿peleados? Messi y Riquelme.
Hasta acá, pocas llegadas y mucha fricción en el mediocampo. Pero nuevamente Brasil se iba a animar un poco más que Argentina. A los 22, un rebote tras un ataque por derecha dejó bien parado a Julio Baptista, quien entró solo por el centro del área. El delantero, con la potencia que tiene remató a quemarropa y el Pato, que no viene teniendo grandes actuaciones, respondió de la mejor manera. Tapó la bomba brasileña y evitó la apertura del marcador.
Igualmente, no pasó más de un minuto hasta que el arquero se equivocó. Salió más lejos de lo que debía luego de una mala reacción de la defensa, perdió ante Robinho y casi le comete penal. Por fortuna de los argentinos, el área se pobló rápidamente de camisetas celestes y blancas y el brasileño no pudo rematar hasta perder la pelota. En dos minutos, doble susto para La Selección.
Con la actitud de la primera etapa, Argentina no podía pretender mucho más en la segunda. Necesitaba la aparición de sus creadores casi tanto como el hombre necesita el aire para respirar. Y afortunadamente para Basile y compañía, Messi y Riquelme aparecieron, aunque sea en cuentagotas. A los 5, La Pulga se escapó con velocidad por derecha y a punto de ingresar al área fue derribado por Juan, quien estaba amonestado y merecía otra tarjeta más. Tiro libre, que finalmente terminó en la cabeza de un defensor brasileño.
Esa fue la primera aparición de la joven estrella del Barcelona. Pero inmediatamente iba a llegar la de Román. A los 11 recibió en la puerta del área, se acomodó y tocó de manera muy sutil para Cruz, quien falló solo frente al arquero. Clarísima la chance para Argentina que se adelantaba en el campo y obligaba a Brasil a jugar de contra en su propio país.
El local tuvo una pequeña reacción con un tiro libre de la Bestia Baptista. El delantero remató con fuerza y dirección, pero Abbondanzieri volvió a reaccionar para sacarla al corner. El arquero no muestra desde hace algunos partidos la seguridad de siempre, pero hasta el momento las cosas le estaban saliendo muy bien. El que sí está firme y lo demuestra es Mascherano. El hombre del Liverpool se cargó el equipo en esa pequeña ráfaga brasileña y le devolvió el dominio a La Selección con la colaboración de Gago.
Promediando el segundo tiempo llegó la primera combinación entre Messi y Riquelme. A los 25, La Pulga encaró por izquierda hacia el centro, tocó para Román y el ex Boca remató muy débil, queriendo colocarla en el segundo palo de Julio César. No había caso. Ninguno de los dos estaba preciso en la definición. Una muestra fue la jugada que minutos después tuvo el hombre del Barcelona a la que le faltó mucha puntería ingresando al área grande.
El estadio, por entonces, era un solo grito y ese mismo alarido pedía la cabeza de Dunga. Brasil reaccionaba de a ratos, pero no llegaba con peligro. Argentina seguía dominando. El Coco decidió meter a Agüero en lugar de Cruz para tener más movilidad en ataque y el entrenador local hizo todo lo contrario. Adentro Alves, un lateral con mucha proyección en lugar de Diego, un mediocampista con vocación ofensiva.
Estaba claro, Argentina podía llegar al triunfo, pero no lo conseguía. Y el recurso más utilizado era el de los centros con la pelota parada. Riquelme tuvo varias chances para pegarle al arco de la manera que lo hace en Boca, pero en todas eligió tirar la pelota al área para el despeje de los defensores brasileños. Por eso, las individualidades de Messi se convertían en lo más peligroso que tenía La Selección. ¿Una muestra? Sí, sobre el final.
La Pulga encaró, remató desde la puerta del área y Julio César la tapó. Pero dio rebote y nuevamente Messi le pegó, esta vez desviado, para confirmar que la pelota no iba a entrar en la noche de Belo Horizonte. Así fue nomás. A pesar de que Argentina mereció mucho más que Brasil en el segundo tiempo, se llevó un empate ante su archirival y quedó a tiro de Paraguay, el puntero de las Eliminatorias. Visto de ese modo, no fue malo el punto que consiguió el equipo de Basile. Es cierto, se pudo ganar, pero la suerte no estuvo del lado de la Selección.
Una ilustración de la actuación de Brasil fue la reacción del público. Silbidos e insultos para el entrenador y sus jugadores que lejos estuvieron de demostrar la esencia de un fútbol que si quiere, es el mejor del mundo. Así, con el empate, se abre aún más el interrogante sobre el futuro de Dunga al frente de la verdeamarelha. Lo cierto es que fue 0-0 para los dos. El clásico tuvo acción. Faltó efectividad. Seguramente los dos estarán en el Mundial. Nadie duda de eso.
FUENTE: Diario Deportivo Ole
El escenario se preparó para albergar una fiesta, que en los planes de los brasileños, no parecía ser la propia. Contradictorio, porque en la semana, todas las voces de los hinchas locales demostraron que la gente no confía en el equipo y mucho menos en Dunga, su técnico. Pero está claro que en Belo Horizonte no se armó un espléndido show de luces y música para festejar una victoria de Argentina. ¿Será cábala para Brasil decir que el candidato es su máximo rival? En la Copa América fue así. ¿Resultado? 3-0 para la verdeamarelha.
Del lado argentino, el Coco decidió meter mano en el equipo, luego del agónico empate contra Ecuador en el Monumental. Sin Demichelis y Verón, uno suspendido y el otro lesionado, el DT se vio obligado a cambiar. Por eso mandó a la cancha a Coloccini y Gago. Pero el hombre de la voz ronca sorprendió minutos antes del comienzo del partido. Metió a Jonás Gutiérrez en lugar de Maxi Rodríguez con la idea de adelantar a Zanetti y formar una línea de tres en el fondo, por momentos y así tener más velocidad y mejor circulación del balón por el mediocampo.
Pero a la hora de jugar había que ver si la modificación le servía de algo a la Selección. En el comienzo, no parecía demasiado determinante. Porque Brasil tomó la iniciativa y obligó al capitán del Inter a retrasarse para formar una línea de cuatro en el fondo. Fue, entonces, el equipo local el que llegó primero con cierto peligro. Apenas iban cuatro minutos cuando el defensor Juan cabeceó una pelota en el primer palo que se fue desviada, pero muy cerca del arco del Pato Abbondanzieri.
De a poco, Argentina intentó equilibrar el juego. Y ahí fue cuando comenzó a notarse el cambio que el Coco hizo en los minutos previos al partido. Mascherano y Gago se hicieron muy anchos en el mediocampo, pero Jonás Gutiérrez hizo gala de su velocidad. En más de una ocasión tomó la pelota por izquierda e intentó desbordar a su marcador. En el primer cuarto de hora todavía estaban ausentes los ¿peleados? Messi y Riquelme.
Hasta acá, pocas llegadas y mucha fricción en el mediocampo. Pero nuevamente Brasil se iba a animar un poco más que Argentina. A los 22, un rebote tras un ataque por derecha dejó bien parado a Julio Baptista, quien entró solo por el centro del área. El delantero, con la potencia que tiene remató a quemarropa y el Pato, que no viene teniendo grandes actuaciones, respondió de la mejor manera. Tapó la bomba brasileña y evitó la apertura del marcador.
Igualmente, no pasó más de un minuto hasta que el arquero se equivocó. Salió más lejos de lo que debía luego de una mala reacción de la defensa, perdió ante Robinho y casi le comete penal. Por fortuna de los argentinos, el área se pobló rápidamente de camisetas celestes y blancas y el brasileño no pudo rematar hasta perder la pelota. En dos minutos, doble susto para La Selección.
Con la actitud de la primera etapa, Argentina no podía pretender mucho más en la segunda. Necesitaba la aparición de sus creadores casi tanto como el hombre necesita el aire para respirar. Y afortunadamente para Basile y compañía, Messi y Riquelme aparecieron, aunque sea en cuentagotas. A los 5, La Pulga se escapó con velocidad por derecha y a punto de ingresar al área fue derribado por Juan, quien estaba amonestado y merecía otra tarjeta más. Tiro libre, que finalmente terminó en la cabeza de un defensor brasileño.
Esa fue la primera aparición de la joven estrella del Barcelona. Pero inmediatamente iba a llegar la de Román. A los 11 recibió en la puerta del área, se acomodó y tocó de manera muy sutil para Cruz, quien falló solo frente al arquero. Clarísima la chance para Argentina que se adelantaba en el campo y obligaba a Brasil a jugar de contra en su propio país.
El local tuvo una pequeña reacción con un tiro libre de la Bestia Baptista. El delantero remató con fuerza y dirección, pero Abbondanzieri volvió a reaccionar para sacarla al corner. El arquero no muestra desde hace algunos partidos la seguridad de siempre, pero hasta el momento las cosas le estaban saliendo muy bien. El que sí está firme y lo demuestra es Mascherano. El hombre del Liverpool se cargó el equipo en esa pequeña ráfaga brasileña y le devolvió el dominio a La Selección con la colaboración de Gago.
Promediando el segundo tiempo llegó la primera combinación entre Messi y Riquelme. A los 25, La Pulga encaró por izquierda hacia el centro, tocó para Román y el ex Boca remató muy débil, queriendo colocarla en el segundo palo de Julio César. No había caso. Ninguno de los dos estaba preciso en la definición. Una muestra fue la jugada que minutos después tuvo el hombre del Barcelona a la que le faltó mucha puntería ingresando al área grande.
El estadio, por entonces, era un solo grito y ese mismo alarido pedía la cabeza de Dunga. Brasil reaccionaba de a ratos, pero no llegaba con peligro. Argentina seguía dominando. El Coco decidió meter a Agüero en lugar de Cruz para tener más movilidad en ataque y el entrenador local hizo todo lo contrario. Adentro Alves, un lateral con mucha proyección en lugar de Diego, un mediocampista con vocación ofensiva.
Estaba claro, Argentina podía llegar al triunfo, pero no lo conseguía. Y el recurso más utilizado era el de los centros con la pelota parada. Riquelme tuvo varias chances para pegarle al arco de la manera que lo hace en Boca, pero en todas eligió tirar la pelota al área para el despeje de los defensores brasileños. Por eso, las individualidades de Messi se convertían en lo más peligroso que tenía La Selección. ¿Una muestra? Sí, sobre el final.
La Pulga encaró, remató desde la puerta del área y Julio César la tapó. Pero dio rebote y nuevamente Messi le pegó, esta vez desviado, para confirmar que la pelota no iba a entrar en la noche de Belo Horizonte. Así fue nomás. A pesar de que Argentina mereció mucho más que Brasil en el segundo tiempo, se llevó un empate ante su archirival y quedó a tiro de Paraguay, el puntero de las Eliminatorias. Visto de ese modo, no fue malo el punto que consiguió el equipo de Basile. Es cierto, se pudo ganar, pero la suerte no estuvo del lado de la Selección.
Una ilustración de la actuación de Brasil fue la reacción del público. Silbidos e insultos para el entrenador y sus jugadores que lejos estuvieron de demostrar la esencia de un fútbol que si quiere, es el mejor del mundo. Así, con el empate, se abre aún más el interrogante sobre el futuro de Dunga al frente de la verdeamarelha. Lo cierto es que fue 0-0 para los dos. El clásico tuvo acción. Faltó efectividad. Seguramente los dos estarán en el Mundial. Nadie duda de eso.
FUENTE: Diario Deportivo Ole