El gobernador Arturo Colombi remarcó hoy con frontalidad las consecuencias de la negativa opositora a debatir sobre la refinanciación de deudas en diciembre pasado, el concepto que con mayor fuerza perforó el casi siempre anodino contexto protocolar que rodea el inicio de sesiones ordinarias, esta vez sazonado por un mensaje que buscó traspasar las paredes del recinto para llegar a la ciudadanía con una idea concisa: “Si se repiten errores como el de trabar el ingreso de dinero a la provincia se conspira contra el buen clima social”. Agencia Corrientes
Las palabras del primer mandatario apuntó directamente al corazón de los problemas que ocasionaron pérdidas evitables para la provincia como consecuencia de la obstrucción parlamentaria que frenó la aprobación del Programa de Refinanciación de Deudas (PAF 2008) y el fondo fiduciario eléctrico para financiar obras que mejorasen el sistema energético provincial.
Tras un diagnóstico de la crisis internacional, las consecuencias nacionales de ese colapso potenciadas el conflicto del campo, el gobernador avanzó sobre lo más picante de la actualidad política: la relación con una oposición impertérrita frente al reclamo social de prevenciones para enfrentar la crisis, lo que –indicó- pone en peligro los logros alcanzados en los últimos años, basados en “nuestra vocación política de transformar la provincia en un espacio institucionalmente previsible”.
El gobernador pidió normalidad y explicó: “La normalidad no es el inmobilismo sino poder modificar la realidad a partir de instrumentos institucionales”, objetivo para el cual “hay que evitar que la tentación de las disputas políticas nos haga retroceder en este camino”.
Esto porque “no tiene sentido exacerbar la tensión social en tiempos de restricción económica”. En ese sentido, advirtió que “nuestro pasado reciente debe ser una referencia: aporta más al bien común una propuesta generosa que cientos de reivindicaciones sociales mezquinas”.
Y fue entonces el ejemplo más directo, el que hizo que algunos legisladores de la oposición se retirasen con muecas de ofendidos (los justicialistas K y luego los nuevistas de la línea dura).
“Como ejemplo de lo que estoy diciendo –elevó la voz Arturo- quiero poner énfasis en e notable caso del tratamiento legislativo del Programa de Asistencia Financiera 2008, similar al que la provincia dispuso desde el 2003 en adelante, todos los años”.
Expuso el gobernador las bondades del esquema de refinanciación del PAF, aclaró que no se trata de nuevo endeudamiento sino de reprogramar obligaciones heredadas y luego objetó sin rodeos la actitud opositora de diciembre al señalar que “el rechazo liso y llano de la iniciativa no constituye control alguno. No tratar el PAF ha sido casi una actitud de abandono de las funciones legislativas”.
La muchedumbre estalló en aplausos y los primeros enojados del recinto se levantaron con las gargantas inflamadas de réplicas inescuchables por el bullicio. Tamandaré Ramírez Forte, Fagetti de Mansutti y el senador Jorge Barrionuevo alzaron sus carpetas y se marcharon en el momento más tenso de la apertura de sesiones.
Arturo, desde el sitial mayor, no se amilanó. Por el contrario, repitió la frase con pausado énfasis para que quedara en clara su intención, luego explicada en una miniconferencias de prensa: “Que la sociedad tenga siempre presente que aquí hubo quienes trabaron el ingreso de recursos a Corrientes, que eso perjudicó a todos los correntinos y que la información llegue por todos los medios posibles porque si la gente está informada se evitará que los opositores actúen con impunidad en contra del interés común”.
Convencido de que enfrentar el fantasma de una traba parlamentaria que a los ojos del Gobierno sólo persigue el fracaso de la gestión por meras finalidades electorales, el gobernador recalcó que “a los cuerpos legislativos se los llama Parlamentos porque allí es donde se habla, negocia y discute”.
Por ende, “el deber del legislador es hacerse presente en la asamblea, porque cuando no existe el Parlamento se abre la puerta a la confrontación y se conspira contra el buen clima social que debemos generar los poderes del Estado”, añadió.
Tanta claridad conceptual no terminó allí porque Arturo tenía en sus manos la oportunidad de desenmascarar la estrategia opositora según la cual trababan el PAF porque no podían controlar el destino de los recursos.
“En tiempos de crisis es bueno abrirle las puertas al dinero, pero aquí se hizo lo contrario”, dijo luego en la rueda de periodistas. Pero en el mensaje formal su explicación tuvo precisión quirúrgica: “En cualquier caso, el mismo Poder Legislativo tiene entre sus facultades el establecimiento del destino general del dinero público por medio de la herramienta presupuestaria”.
Y como si hubiera vuelto a sus tiempos de docente, Arturo detalló paso a paso el rol de legislador que también ocupó en su carrera política al indicar que “a través del presupuesto y del control de las cuentas de inversión se sabe dónde va el dinero del Estado”.
En el caso que ocupa la atención política desde hace meses, “la Legislatura –repitió el primer mandatario- ya había votado el presupuesto 2008 y en consecuencia ya había ordenado el destino de los mismos, lo que no se corresponde con la respuesta política posterior”.
Así las cosas, “queda flotando la sensación de que hay cierta vuelta sobre un modo de construcción política que depende del fracaso del gobierno y no de la búsqueda de una alternativa superadora”, recalcó.
También resaltó que en Corrientes, hasta su administración, nunca se había cumplido con el requisito de aprobar las cuentas de inversión que exigen los mecanismos de control del Estado vigentes, una suerte de milagro institucional cuyo advenimiento se produjo “por primera vez en la historia de Corrientes en 2007”.
Esto habla de que “hemos cumplido con las metas que nos propusimos al asumir en 2005, cuando dijimos que daríamos mayor calidad institucional al Estado, que buscaríamos el diálogo por todos los medios y que planificaríamos a futuro el crecimiento de la provincia porque estaba terminando el período de transición pos crisis 2001”.
“Quiero decirles que cuando los Estados respetan esos procedimientos (los de presupuestar el gasto, ejecutarlo y luego controlarlo mediante la rendición de cuentas) son los que progresan y los que no lo hacen se estancan”, fundamentó.
Hubo mucho más en el mensaje inaugural de Arturo al Parlamento, incluso un reconocimiento de que –salvo las excepciones del PAF y el fondo eléctrico- los tres niveles gubernamentales de la provincia “funcionaron correctamente en estos años”, así como también una enérgica defensa del federalismo como instrumento para cambiar el eje distributivo de los recursos.
No faltó, claro, el reclamo de los 34 puntos de coparticipación que Arturo está enviando a la Corte Suprema por estos días, como tampoco la exposición descarnada del desequilibrio más profundo en el reparto de recursos públicos en la Argentina desde que la Nación es República: “El 70 por ciento de la recaudación se lo queda la Nación y el resto se distribuye entre las provincias”.
Hubo también un fuerte respaldo al sector ganadero para que “pueda exportar”, así como una mención concisa pero muy celebrada por la barra acerca de la decisión histórica de “reinstalar el concepto de desarrollismo en la provincia”, a través de “una política de planificación a largo plazo que se da por ejemplo en las proyecciones de crecimiento del PBI de aquí a los próximos cinco o seis años”.
El balance, para Arturo, resulta positivo y auspicioso como plataforma para enfrentar la crisis con el gran compromiso de la gestión que habrá de encarar este año, que es “custodiar el pago de sueldos en tiempo y forma y cuidar los puestos de trabajo de los correntinos”.
Para ello, “hemos cumplido con lo que expusimos hace tres años en este mismo recinto: diálogo político e impulso al desarrollo. Podemos decir con orgullo que hemos avanzado en el sentido propuesto. Puede discutirse el ritmo, el estilo o las líneas de gestión, pero lo que no puede soslayarse es que el Gobierno se ha mantenido ajustado a aquellas consignas”. En otras palabras, asido al valor de la coherencia.
En la última parte del discurso Arturo señaló que “en los últimos tiempos hemos sido duros con la oposición, hemos sido duros porque la oposición ha sido muy dura con el pueblo correntino”.
Y agregó en esa misma línea: “Vamos a ser absolutamente abiertos, receptivos y tolerantes con toda acción política de la oposición que no lesione los intereses de nuestra provincia y seremos extremadamente duros contra cualquier intento de desestabilización política o sabotaje económico que busque la ruptura de la paz social”.
Finalizó con un postulado, “nuestro límite es el interés de los correntinos.
Tras un diagnóstico de la crisis internacional, las consecuencias nacionales de ese colapso potenciadas el conflicto del campo, el gobernador avanzó sobre lo más picante de la actualidad política: la relación con una oposición impertérrita frente al reclamo social de prevenciones para enfrentar la crisis, lo que –indicó- pone en peligro los logros alcanzados en los últimos años, basados en “nuestra vocación política de transformar la provincia en un espacio institucionalmente previsible”.
El gobernador pidió normalidad y explicó: “La normalidad no es el inmobilismo sino poder modificar la realidad a partir de instrumentos institucionales”, objetivo para el cual “hay que evitar que la tentación de las disputas políticas nos haga retroceder en este camino”.
Esto porque “no tiene sentido exacerbar la tensión social en tiempos de restricción económica”. En ese sentido, advirtió que “nuestro pasado reciente debe ser una referencia: aporta más al bien común una propuesta generosa que cientos de reivindicaciones sociales mezquinas”.
Y fue entonces el ejemplo más directo, el que hizo que algunos legisladores de la oposición se retirasen con muecas de ofendidos (los justicialistas K y luego los nuevistas de la línea dura).
“Como ejemplo de lo que estoy diciendo –elevó la voz Arturo- quiero poner énfasis en e notable caso del tratamiento legislativo del Programa de Asistencia Financiera 2008, similar al que la provincia dispuso desde el 2003 en adelante, todos los años”.
Expuso el gobernador las bondades del esquema de refinanciación del PAF, aclaró que no se trata de nuevo endeudamiento sino de reprogramar obligaciones heredadas y luego objetó sin rodeos la actitud opositora de diciembre al señalar que “el rechazo liso y llano de la iniciativa no constituye control alguno. No tratar el PAF ha sido casi una actitud de abandono de las funciones legislativas”.
La muchedumbre estalló en aplausos y los primeros enojados del recinto se levantaron con las gargantas inflamadas de réplicas inescuchables por el bullicio. Tamandaré Ramírez Forte, Fagetti de Mansutti y el senador Jorge Barrionuevo alzaron sus carpetas y se marcharon en el momento más tenso de la apertura de sesiones.
Arturo, desde el sitial mayor, no se amilanó. Por el contrario, repitió la frase con pausado énfasis para que quedara en clara su intención, luego explicada en una miniconferencias de prensa: “Que la sociedad tenga siempre presente que aquí hubo quienes trabaron el ingreso de recursos a Corrientes, que eso perjudicó a todos los correntinos y que la información llegue por todos los medios posibles porque si la gente está informada se evitará que los opositores actúen con impunidad en contra del interés común”.
Convencido de que enfrentar el fantasma de una traba parlamentaria que a los ojos del Gobierno sólo persigue el fracaso de la gestión por meras finalidades electorales, el gobernador recalcó que “a los cuerpos legislativos se los llama Parlamentos porque allí es donde se habla, negocia y discute”.
Por ende, “el deber del legislador es hacerse presente en la asamblea, porque cuando no existe el Parlamento se abre la puerta a la confrontación y se conspira contra el buen clima social que debemos generar los poderes del Estado”, añadió.
Tanta claridad conceptual no terminó allí porque Arturo tenía en sus manos la oportunidad de desenmascarar la estrategia opositora según la cual trababan el PAF porque no podían controlar el destino de los recursos.
“En tiempos de crisis es bueno abrirle las puertas al dinero, pero aquí se hizo lo contrario”, dijo luego en la rueda de periodistas. Pero en el mensaje formal su explicación tuvo precisión quirúrgica: “En cualquier caso, el mismo Poder Legislativo tiene entre sus facultades el establecimiento del destino general del dinero público por medio de la herramienta presupuestaria”.
Y como si hubiera vuelto a sus tiempos de docente, Arturo detalló paso a paso el rol de legislador que también ocupó en su carrera política al indicar que “a través del presupuesto y del control de las cuentas de inversión se sabe dónde va el dinero del Estado”.
En el caso que ocupa la atención política desde hace meses, “la Legislatura –repitió el primer mandatario- ya había votado el presupuesto 2008 y en consecuencia ya había ordenado el destino de los mismos, lo que no se corresponde con la respuesta política posterior”.
Así las cosas, “queda flotando la sensación de que hay cierta vuelta sobre un modo de construcción política que depende del fracaso del gobierno y no de la búsqueda de una alternativa superadora”, recalcó.
También resaltó que en Corrientes, hasta su administración, nunca se había cumplido con el requisito de aprobar las cuentas de inversión que exigen los mecanismos de control del Estado vigentes, una suerte de milagro institucional cuyo advenimiento se produjo “por primera vez en la historia de Corrientes en 2007”.
Esto habla de que “hemos cumplido con las metas que nos propusimos al asumir en 2005, cuando dijimos que daríamos mayor calidad institucional al Estado, que buscaríamos el diálogo por todos los medios y que planificaríamos a futuro el crecimiento de la provincia porque estaba terminando el período de transición pos crisis 2001”.
“Quiero decirles que cuando los Estados respetan esos procedimientos (los de presupuestar el gasto, ejecutarlo y luego controlarlo mediante la rendición de cuentas) son los que progresan y los que no lo hacen se estancan”, fundamentó.
Hubo mucho más en el mensaje inaugural de Arturo al Parlamento, incluso un reconocimiento de que –salvo las excepciones del PAF y el fondo eléctrico- los tres niveles gubernamentales de la provincia “funcionaron correctamente en estos años”, así como también una enérgica defensa del federalismo como instrumento para cambiar el eje distributivo de los recursos.
No faltó, claro, el reclamo de los 34 puntos de coparticipación que Arturo está enviando a la Corte Suprema por estos días, como tampoco la exposición descarnada del desequilibrio más profundo en el reparto de recursos públicos en la Argentina desde que la Nación es República: “El 70 por ciento de la recaudación se lo queda la Nación y el resto se distribuye entre las provincias”.
Hubo también un fuerte respaldo al sector ganadero para que “pueda exportar”, así como una mención concisa pero muy celebrada por la barra acerca de la decisión histórica de “reinstalar el concepto de desarrollismo en la provincia”, a través de “una política de planificación a largo plazo que se da por ejemplo en las proyecciones de crecimiento del PBI de aquí a los próximos cinco o seis años”.
El balance, para Arturo, resulta positivo y auspicioso como plataforma para enfrentar la crisis con el gran compromiso de la gestión que habrá de encarar este año, que es “custodiar el pago de sueldos en tiempo y forma y cuidar los puestos de trabajo de los correntinos”.
Para ello, “hemos cumplido con lo que expusimos hace tres años en este mismo recinto: diálogo político e impulso al desarrollo. Podemos decir con orgullo que hemos avanzado en el sentido propuesto. Puede discutirse el ritmo, el estilo o las líneas de gestión, pero lo que no puede soslayarse es que el Gobierno se ha mantenido ajustado a aquellas consignas”. En otras palabras, asido al valor de la coherencia.
En la última parte del discurso Arturo señaló que “en los últimos tiempos hemos sido duros con la oposición, hemos sido duros porque la oposición ha sido muy dura con el pueblo correntino”.
Y agregó en esa misma línea: “Vamos a ser absolutamente abiertos, receptivos y tolerantes con toda acción política de la oposición que no lesione los intereses de nuestra provincia y seremos extremadamente duros contra cualquier intento de desestabilización política o sabotaje económico que busque la ruptura de la paz social”.
Finalizó con un postulado, “nuestro límite es el interés de los correntinos.