“La guerra por los recursos” es el nombre oficial de la nueva doctrina militar. Un conflicto por el agua dulce es la mayor –y posible– amenaza que el Ejército visualiza para la Argentina en las próximas décadas. Por eso cambió este año sus normas de combate, mediante un trabajo teórico que proyectó las posibles amenazas hasta el año 2025.
En esa labor doctrinaria, que ya destacaron públicamente tanto la ministra de Defensa, Nilda Garré, como el presidente Néstor Kirchner, se afirma que “la posibilidad de conflicto con otros Estados por la posesión de recursos naturales es altamente probable”. En la práctica, la modificación de los planes militares implicará el cambio de ubicación de los comandos de los tres cuerpos de Ejército y la creación de unidades menores, en un período de tres años. La reorganización establece la idea de que la defensa de los recursos naturales deberá hacerse, llegado el caso, ante una fuerza enemiga superior en tecnología, cantidad de tropas y poder de fuego. Ante la eventualidad de tener que enfrentar a una potencia, se prevén respuestas defensivas que, en teoría, incluyen hasta la guerra de guerrillas para hostigar a la fuerza invasora. Importantes fuentes militares comentaron que efectivamente se puso en marcha el Plan Ejército Argentino 2025. Y que el primer paso fue el traslado del comando del II Cuerpo desde Rosario a Curuzú Cuatía. Los mandos del V Cuerpo pasarán desde Bahía Blanca a Comodoro Rivadavia el año próximo, y en 2009 el III Cuerpo abandonará su sede en Córdoba para instalarse en San Luis. "Es una doctrina nueva ideada por nosotros, que no es una copia de doctrinas de otros países como antes", explicó un general. En el trabajo se recomienda que la Argentina "deberá desarrollar organizaciones militares con capacidad para defender a la Nación de un enemigo convencional superior. Para ello deben prepararse los elementos para hacer frente a operaciones dinámicas, sin frentes, sin tiempo suficiente de preaviso, con organizaciones de pequeña magnitud, con apoyo territorial preparado de antemano y capaces de organizar los recursos humanos y materiales locales en función del conflicto". Durante muchos años se debatió en el país para qué están las Fuerzas Armadas. Se afirmó entonces que el período de paz regional, a partir de la fuerte interrelación económico-social con los vecinos, dejaba sin funciones a las tropas. Pues bien, dentro del Ejército también se pensó la función de esa fuerza proyectada al año 2025 y los mandos castrenses encontraron las posibles amenazas sobre recursos naturales y diseñaron la respuesta. Uno de los más importantes generales reseñó el pensamiento: "Ese será el tipo de conflicto que podemos tener". El eje de los estudios del Ejército está colocado en la reserva de agua dulce subterránea conocida como Acuífero Guaraní, que abarca 220.000 kilómetros cuadrados en la Mesopotamia argentina, más de 800.000 kilómetros cuadrados en Brasil, y sectores en Uruguay y Paraguay. En la visión militar, la disputa por ese recurso natural es la mayor posibilidad de que el país entre en un conflicto bélico. Y no se trata de una referencia dicha al paso, sino de un plan de batalla posible en un escenario de invasión que será el eje de todos los ejercicios del Ejército en los próximos años. Si bien el proyecto sobre 2025 lleva varios años en estudio, las circunstancias políticas habilitaron su puesta en marcha. El año último fueron múltiples las reformas que empezaron a diseñarse sobre la estructura militar desde las autoridades políticas. Esos planes, que incluyen reorganizaciones de unidades de las tres fuerzas, nuevas estructuras de comando apoyadas en el Estado Mayor Conjunto y directivas militares diferentes, dictadas por el presidente Kirchner. En ese ambiente de cambios, el Ejército tuvo espacio para promover su propia reforma. La doctrina de guerra por los recursos tiene su base en la posición estratégica defensiva que impuso el Gobierno como directiva militar. La Casa Rosada estableció así la idea central; en el Edificio Libertador se ideó la forma de materializar ese concepto. Y, además de las maniobras militares tradicionales, la doctrina puesta en marcha dependerá de la actitud de la población civil. "Será necesario prever durante la paz todos los aspectos relativos a la coordinación e integración entre fuerzas militares y la población local para oponerse al enemigo con mayor eficacia", es la referencia que puede encontrarse en el nuevo pensamiento militar. Sin reservistas La Argentina no cuenta hoy con reservistas civiles que puedan operar combinados con tropas militares. Desde el gobierno de Fernando de la Rúa, las diferentes gestiones del Ministerio de Defensa intentaron promover una ley sobre movilización y reservas sin tener suerte en el Congreso. La doctrina encarada tiene una línea vital tendida hacia la acción de resistencia de grupos organizados de la población. Hasta tal punto que se define: "El enemigo deberá tener clara conciencia de que la conquista, ocupación y mantenimiento de objetivos con núcleos poblacionales importantes requerirán un gran esfuerzo en tropas. De tal manera se obtendrá un efecto preventivo". Por eso se menciona "la organización de la resistencia civil". Con enseñanzas tomadas de los conflictos internacionales de los últimos años, la doctrina del Ejército establecerá que "el control del territorio nacional constituirá una limitación importante para un agresor que ofensivamente necesita concentrar sus fuerzas para obtener y mantener sus objetivos estratégicos. Pese a su superioridad, el enemigo también será sumamente escaso para controlar la inmensidad del territorio; en esos conceptos está la posibilidad real de disputarle el dominio efectivo de amplios espacios". La nueva doctrina del Ejército se puso en marcha. Fuente "La Nación"