Después de festejar su centenario, Santa Rosa celebró su fiesta patronal con múltiples actividades religiosas durante todo el día. El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik presidió la ceremonia central e instó a seguir el ejemplo de la santa. Un día después de celebrar el centenario de su fundación, Santa Rosa rindió honores a la patrona que le dio nombre al pueblo. Desde muy temprano hubo ceremonias religiosas y a las 11 el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik presidió la misa central.
Durante su homilía, el pastor diocesano se refirió a la vida de Santa Rosa y subrayó que “es un ejemplo de amor a Dios y al prójimo, una verdadera inspiración para que la imitemos en la búsqueda del Reino de Dios. Para eso necesitamos alegría y comprometer la vida entera (…) Ella nos ayudará a descubrir el secreto del Reino, pedir la venida del Reino como lo hacemos cuando rezamos el Padre Nuestro es desear que la voz de Dios se haga presente en la vida”.
Luego, el prelado puso énfasis en la devoción de Santa Rosa por la oración y la contemplación, como ofrenda en su lucha interna contra la vanidad y el orgullo que la apartaban de su deseo del Reino. Recordó que su santidad se fue construyendo en base a grandes penitencias y una inmensa vocación de servicio. “Cuanto nos hace falta hombres y mujeres Santos, aprendamos a tomar la vida en serio y a darle el valor a los ojos de Dios”, subrayó. Finalmente, sostuvo que “el ser humano alejado de Dios termina sintiéndose extraño ante sí mismo e inevitablemente atenta contra sí mismo y contra los demás”.
Fuente: Diario Época
Luego, el prelado puso énfasis en la devoción de Santa Rosa por la oración y la contemplación, como ofrenda en su lucha interna contra la vanidad y el orgullo que la apartaban de su deseo del Reino. Recordó que su santidad se fue construyendo en base a grandes penitencias y una inmensa vocación de servicio. “Cuanto nos hace falta hombres y mujeres Santos, aprendamos a tomar la vida en serio y a darle el valor a los ojos de Dios”, subrayó. Finalmente, sostuvo que “el ser humano alejado de Dios termina sintiéndose extraño ante sí mismo e inevitablemente atenta contra sí mismo y contra los demás”.
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