Fue 3-0 para los de Dunga que se quedaron con la copa de Venezuela. Julio Baptista, Ayala, en contra, y Daniel Alves marcaron los goles. El conjunto de Basile fue una sombra y no logró el objetivo. Es la tercera final consecutiva que la Selección pierde ante la verdeamarelha y suma 14 años sin ganar nada a nivel mayores.
Cuando se elogia, se infla y se llega tan alto sin haber logrado nada, la caída, inexorablemente, es estrepitosa y violenta. Eso es lo que le pasó a Argentina esta tarde en la cálida Venezuela. Todos la daban como favorita y hasta un par de goles arriba de este Brasil clase B. Sin embargo, los de Dunga golearon y desnudaron el estigma de una generación de jugadores que parece destinada a irse virgen de títulos celestes y blancos. Más cuando hay una verdeamarelha enfrente. Lo de Argentina hoy fue pura impotencia, una verdadera sombra del equipo que logró llegar a esta final. Se sabe que este equipo había reconciliado a la Selección con la gente, pero este golpe es demasiado duro y la imagen de la derrota de estos jugadores (llantos mediante) y ante Brasil, es el reflejo de buena parte de ellos. Hoy nadie, salvo Messi y Mascherano, se salvó del incendio cuyos coletazos durarán un tiempo. Haber sido el mejor equipo del torneo de nada sirve si en el partido crucial no se está a la altura de las circunstancias. Es que hoy jugadores acostumbrados a ganar finales, por lo menos en lo autóctono, como Riquelme o Verón hoy no pudieron ni supieron conducir al equipo desde lo futbolístico y mucho menos en lo anímico. El castillo de naipes de Argentina se comenzó a desmoronar cuando apenas iban cuatro minutos. Julio Baptista recibió en el vértice derecho y, ante la mirada de Ayala, se acomodó y la colgó de un ángulo. Esa vuelta a la realidad jamás fue asimilada por este equipo, que apenas tuvo en un voluntarioso Messi alguien con ganas de rebelarse al destino. El aluvión que se esperaba de los de Basile fue apenas un par de disparos de Riquelme (uno en el palo) y luego se impuso un ritmo de juego tedioso y cansino. El contragolpe quedó para Brasil que lo supo aprovechar y así lo hizo en el cierre del primer tiempo. Robinho tiró un centro con veneno por derecha y Ayala en su afán por despejar la colocó junto a un palo. La catástrofe se empezaba a consumar. Para el complemento la cosa no varió ni desde el banco ni en la actitud de los jugadores. Apenas un par de tumultos en el área de Doni, pero ninguna jugada clara. Encima Heinze pareció decidido a no defender y por allí llegaban todos. El cachetazo del final vino de contra. La manejó muy bien Love, quien encontró la escalada de Alves y el del Sevilla definió con su calidad habitual. El juego de esta Selección, se decía, sólo iba a ser opacado por una goleada en contra. Bueno, lo tan temido dijo presente en Maracaibo y las viejas heridas de una Argentina que por tercera vez consecutiva cae en una final con Brasil, están más abiertas que nunca. Esperemos que no se desangren. Los Messi, los Mascherano y los Tevez no lo merecen. Y la historia de los Kempres y los Maradona, menos todavía. Síntesis Argentina: Roberto Abbondanzieri; Javier Zanetti, Roberto Ayala, Gabriel Milito y Gabriel Heinze; Juan Sebastián Verón, Javier Mascherano y Esteban Cambiasso; Juan Román Riquelme; Carlos Tevez y Lionel Messi. DT: Alfio Basile. Brasil: Doni; Maicon, Juan, Alex y Gilberto; Mineiro, Josué, Elano y Julio Baptista; Robinho y Vágner Love. DT: Dunga. Goles en el primer tiempo: 3 Min. Julio Baptista (B) y 40 min. Roberto Ayala, en contra (B). Gol en el segundo tiempo: 23 min. Daniel Alves (B). Cambio en el primer tiempo: 33 min. Daniel Alves por Elano. Cambios en el segundo tiempo: 13 min. Pablo Aimar por Esteban Cambiasso, 21 min. Luis González por Juan Sebastián Verón, 44 min. Fernando por Vágner Love y 45 min. Diego por Robinho. Arbitro: Carlos Amarilla (Paraguay) Estadio: José Encarnación ’Pachencho’ Romero, de Maracaibo.