El nieto 102 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo, Ezequiel Rochistein Tauro, recibió su nuevo DNI tras haberse negado por más de diez años a realizarse los estudios de ADN, y aseguró que cambiar su apellido fue un “paso más” en la búsqueda de su identidad y “otro eslabón para la Memoria, la Verdad y la Justicia”.
Ezequiel tiene 34 años, trabaja en el ministerio de Seguridad, es casado y tiene tres hijas, de 7, 5 y 2 años. En septiembre de 2010 se enteró que era hijo biológico de María Graciela Tauro y de Jorge Rochistein, ambos desaparecidos tras ser secuestrados en un bar de Hurlingham, llevados él a la Mansión Seré y ella a la Escuela de Mecánica de la Armada, para dar a luz en la maternidad clandestina que funcionó allí en 1977.
El cambio de apellido no estaba en sus planes, pero él asegura en una entrevista con Télam que era momento de hacerlo como una especie de “mínimo tributo” a sus padres desaparecidos y a su abuela, quien lo buscó por más de 30 años.
-El año pasado en una declaración dijiste que no pensabas cambiarte el apellido. Tenés el DNI nuevo, ¿Cómo fue ese paso?
Yo al principio no estaba muy convencido de querer hacer la rectificación de apellido. Mi abuela me apoyaba en mi decisión, ella no quería que altere mi vida cambiándome el nombre, porque yo soy abogado y creía que podía generarme problemas. Sin embargo, el juez (Rodolfo) Canicoba Corral le explicó que por el tema de la falsedad ideológica era inevitable el cambio y yo me doy cuenta ahí que en algún momento iba a tener que hacerlo. Me empieza a hacer ruido el tema, y pensé: `Si a mí me gusta emprolijar las cosas, ¿para qué voy a tener un apellido que ya no significa lo que soy?”. Me pregunté para qué seguir conservando mi apellido anterior si mi identidad era otra, era seguir negando algo inevitable; que había tenido un papá y una mamá que decidieron casarse, tenerme y que después fueron desaparecidos.
-¿Cómo fue el momento de recibirlo? ¿Qué te pasó cuando lo viste por primera vez?
Los tiempos me acompañaron ya que la presentación judicial se realizó en noviembre mediante los abogados de Abuelas y en 10 días el juez me rectificó el apellido con un pronunciamiento judicial. El documento me llegó a casa y fue muy loco, tenía los dos DNI, el viejo y el nuevo y verlos era muy fuerte. Ahora sólo resta rectificar el apellido en una lista de documentos como tarjetas y prestamos y esperar el de mis hijas que aún no me llegó.
-¿Les contaste a tus hijas que van a tener nuevo apellido?
Me pareció mejor contárselo ahora a mis hijas porque el cambio iba a ser más natural. Había hablado con otros nietos recuperados que tenían hijos y ellos también lo hicieron cuando ellos eran chiquitos, cuando tenían la misma edad que mis hijas ahora y lo decidí. Aproveché las vacaciones y les conté.
-¿Cómo lo tomaron?
Se lo tomaron bien. Tampoco les expliqué todo el contexto porque todavía son muy chiquitas, sólo les explique que papá había tenido un padre y una madre que habían fallecido, y que la abuela me había criado desde muy chiquito, y que era necesario por un tema legal cambiar el apellido, básicamente.
-¿Qué significa tener este nuevo apellido?
Es que es dar un paso desde todos lados. Uno va recuperando todo de a poco, y esto es un eslabón para el camino de la Verdad, la Memoria y la Justicia, a nivel colectivo porque es un paso para todos los nietos y el camino de Abuelas, y también con uno mismo porque es ir sincerándote con vos mismo, es vencer esa última resistencia.
DIEZ AÑOS Y UN CASO “NO SENCILLO”
La causa judicial de Rochisntein Tauro se inició en 2001, 3 días antes del estallido social del 20 de diciembre, cuando lo citó la jueza federal María Servini de Cubria y le contó que podía ser hijo de desaparecidos, tras proponerle que se realizara voluntariamente un análisis de ADN. Esa primera propuesta fue rechazada.
Ezequiel fue criado como propio por el ex miembro de la Fuerza Aérea, Juan Carlos Vázquez Sarmiento, prófugo de la Justicia, y por su esposa, a quien el joven considera su madre de crianza. Finalmente su identidad se estableció a raíz de un operativo policial ordenado por el juez, donde se le secuestró indumentaria de manera compulsiva para efectuar los análisis genéticos. Fue uno de los primeros casos donde el ADN se extrajo de esa manera.
-Estela de Carlotto dijo cuando anunció en conferencia que habían encontrado al nieto 102 que había sido un proceso muy largo y un caso no sencillo. ¿Por qué?
El mío no fue un caso sencillo. Es el juicio más largo que hubo, fueron diez años desde que comenzó la causa. Yo judicialmente me opuse y me opuse, por eso dicen que mi caso era ´jodido´, -bromeó-, porque me negué mucho tiempo.
-¿Por qué te negaste tanto tiempo al análisis de ADN?
Me preocupaba lo que podía pasar con los que eran mis padres en ese momento. Tras la primera citación, me mandaron un recurso para la extracción compulsiva y yo lo frené con otro escrito. Me había enterado hacia poco que era hijo adoptivo, me lo dijo mi mamá de crianza antes de una de las tantas operaciones que tuvo y yo no quise preguntarle más detalles.
-Hasta ese entonces ¿Nunca te habías preguntado si podías ser hijo de desaparecidos?
Nunca se me había visualizado el tema de los desaparecidos, me creía un adoptado más y no pregunté. Nunca hasta ahora sentí la necesidad de seguir preguntando los porqués de eso.
-¿En tu casa cuando eras chico no se hablaba de política?
No, en mi casa no se hablaba, mi papá de crianza era sub oficial pero no era de hablar de política, menos en la política de los 70. Sólo hablaban en contra de (Juan Domingo) Perón porque mi abuelo había estado preso por haber sido peronista en la Revolución Libertadora. Y además, yo fui adolescente en la época menemista donde no se hablaba de nada de eso, muy despolitizada la sociedad, hoy en día , mi hija más grande ya sabe lo que es el Día de la Memoria.
-Después de la primera citación, ¿Cómo siguió?
Al tiempo mi hermana es citada para hacerse ella el ADN por las mismas sospechas, ella, a diferencia mía, acepta y ese análisis dio negativo, ella era hija biológica de mi mamá. En ese entonces me debatía entre qué derecho primaba, si el de la persona o el del Estado y me dio más dudas sobre el tema, me negó más. Volví a ser citado para la extracción de sangre y ante la negativa el caso llegó hasta la Corte Suprema de Justicia, que me dio la razón.
-¿Cuando fue que te enteraste?
En junio de 2010, en pleno mundial, yo estaba saliendo de la Fuerza Aérea y me paran dos personas de civil, eran policías federales de Interpol con una orden del juez para que vaya al juzgado, intenté negarme pero fui. En el despacho estaban el secretario haciendo el acta, personal del hospital Durand y el juez Canicoba Corral. Me pidieron la ropa, me negué y tras discutir con el juez, me sacaron la remera y otras prendas para así extraerme el ADN. Y el análisis dio positivo.
En septiembre me enteré que el juzgado no consideraba aún que me debían notificar pero Abuelas, si. De la situación se entera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y decide que yo me notifique por medio de Nilda Garré, que estaba a cargo del ministerio de Defensa, con quien establecí desde ahí un vínculo cercano.
-¿Te sorprendió que tu caso comience a ser conocido?
No me deja de sorprender, hoy soy invitado a alguna charla y por ahí la gente que va sabe más cosas que yo de mi historia. Yo a partir de ahí sentí muy cerca a miembros de Abuelas y hasta a la misma Presidenta, a quien conocí cuando Estela me llevó a una entrega de premios de la Unesco a Abuelas. Ella se enteró que yo era Ezequiel, el nieto 102 y se acercó y estuvo hablando conmigo más de 15 minutos, estaba al tanto de toda mi historia.
-La Presidenta sabia detalles de tu historia ¿Cómo fue saber eso?
Me sorprendí de la magnitud de los detalles que sabía de mi caso, de mi historia y comprobé que ella sentía un compromiso con la causa y la lucha de los derechos humanos. Es una bandera que ella lleva de corazón. Para mi fue muy raro porque era mi vida. Yo previo a esto ni me fijaba en la política de derechos humanos, no registraba ningún hecho, no tenía ni siquiera una opinión formada.
-¿Qué objetivo te pones ahora, que ya tenés tu nueva identificación?
Ahora estoy en una búsqueda más histórica de la vida de mis padres. Quiero saber quiénes fueron, con quien militaron. Muchos terminaron muertos o desaparecidos así que no encuentro a mucha gente, pero me gustaría encontrar gente para reconstruir los últimos años de su vida. Yo no los juzgo, creo que ellos estuvieron en la lucha armada y pelearon por lo que consideraban justo, jamás voy a cuestionarlos ni juzgarlos, cada uno se va haciendo al andar”, finalizó.
El cambio de apellido no estaba en sus planes, pero él asegura en una entrevista con Télam que era momento de hacerlo como una especie de “mínimo tributo” a sus padres desaparecidos y a su abuela, quien lo buscó por más de 30 años.
-El año pasado en una declaración dijiste que no pensabas cambiarte el apellido. Tenés el DNI nuevo, ¿Cómo fue ese paso?
Yo al principio no estaba muy convencido de querer hacer la rectificación de apellido. Mi abuela me apoyaba en mi decisión, ella no quería que altere mi vida cambiándome el nombre, porque yo soy abogado y creía que podía generarme problemas. Sin embargo, el juez (Rodolfo) Canicoba Corral le explicó que por el tema de la falsedad ideológica era inevitable el cambio y yo me doy cuenta ahí que en algún momento iba a tener que hacerlo. Me empieza a hacer ruido el tema, y pensé: `Si a mí me gusta emprolijar las cosas, ¿para qué voy a tener un apellido que ya no significa lo que soy?”. Me pregunté para qué seguir conservando mi apellido anterior si mi identidad era otra, era seguir negando algo inevitable; que había tenido un papá y una mamá que decidieron casarse, tenerme y que después fueron desaparecidos.
-¿Cómo fue el momento de recibirlo? ¿Qué te pasó cuando lo viste por primera vez?
Los tiempos me acompañaron ya que la presentación judicial se realizó en noviembre mediante los abogados de Abuelas y en 10 días el juez me rectificó el apellido con un pronunciamiento judicial. El documento me llegó a casa y fue muy loco, tenía los dos DNI, el viejo y el nuevo y verlos era muy fuerte. Ahora sólo resta rectificar el apellido en una lista de documentos como tarjetas y prestamos y esperar el de mis hijas que aún no me llegó.
-¿Les contaste a tus hijas que van a tener nuevo apellido?
Me pareció mejor contárselo ahora a mis hijas porque el cambio iba a ser más natural. Había hablado con otros nietos recuperados que tenían hijos y ellos también lo hicieron cuando ellos eran chiquitos, cuando tenían la misma edad que mis hijas ahora y lo decidí. Aproveché las vacaciones y les conté.
-¿Cómo lo tomaron?
Se lo tomaron bien. Tampoco les expliqué todo el contexto porque todavía son muy chiquitas, sólo les explique que papá había tenido un padre y una madre que habían fallecido, y que la abuela me había criado desde muy chiquito, y que era necesario por un tema legal cambiar el apellido, básicamente.
-¿Qué significa tener este nuevo apellido?
Es que es dar un paso desde todos lados. Uno va recuperando todo de a poco, y esto es un eslabón para el camino de la Verdad, la Memoria y la Justicia, a nivel colectivo porque es un paso para todos los nietos y el camino de Abuelas, y también con uno mismo porque es ir sincerándote con vos mismo, es vencer esa última resistencia.
DIEZ AÑOS Y UN CASO “NO SENCILLO”
La causa judicial de Rochisntein Tauro se inició en 2001, 3 días antes del estallido social del 20 de diciembre, cuando lo citó la jueza federal María Servini de Cubria y le contó que podía ser hijo de desaparecidos, tras proponerle que se realizara voluntariamente un análisis de ADN. Esa primera propuesta fue rechazada.
Ezequiel fue criado como propio por el ex miembro de la Fuerza Aérea, Juan Carlos Vázquez Sarmiento, prófugo de la Justicia, y por su esposa, a quien el joven considera su madre de crianza. Finalmente su identidad se estableció a raíz de un operativo policial ordenado por el juez, donde se le secuestró indumentaria de manera compulsiva para efectuar los análisis genéticos. Fue uno de los primeros casos donde el ADN se extrajo de esa manera.
-Estela de Carlotto dijo cuando anunció en conferencia que habían encontrado al nieto 102 que había sido un proceso muy largo y un caso no sencillo. ¿Por qué?
El mío no fue un caso sencillo. Es el juicio más largo que hubo, fueron diez años desde que comenzó la causa. Yo judicialmente me opuse y me opuse, por eso dicen que mi caso era ´jodido´, -bromeó-, porque me negué mucho tiempo.
-¿Por qué te negaste tanto tiempo al análisis de ADN?
Me preocupaba lo que podía pasar con los que eran mis padres en ese momento. Tras la primera citación, me mandaron un recurso para la extracción compulsiva y yo lo frené con otro escrito. Me había enterado hacia poco que era hijo adoptivo, me lo dijo mi mamá de crianza antes de una de las tantas operaciones que tuvo y yo no quise preguntarle más detalles.
-Hasta ese entonces ¿Nunca te habías preguntado si podías ser hijo de desaparecidos?
Nunca se me había visualizado el tema de los desaparecidos, me creía un adoptado más y no pregunté. Nunca hasta ahora sentí la necesidad de seguir preguntando los porqués de eso.
-¿En tu casa cuando eras chico no se hablaba de política?
No, en mi casa no se hablaba, mi papá de crianza era sub oficial pero no era de hablar de política, menos en la política de los 70. Sólo hablaban en contra de (Juan Domingo) Perón porque mi abuelo había estado preso por haber sido peronista en la Revolución Libertadora. Y además, yo fui adolescente en la época menemista donde no se hablaba de nada de eso, muy despolitizada la sociedad, hoy en día , mi hija más grande ya sabe lo que es el Día de la Memoria.
-Después de la primera citación, ¿Cómo siguió?
Al tiempo mi hermana es citada para hacerse ella el ADN por las mismas sospechas, ella, a diferencia mía, acepta y ese análisis dio negativo, ella era hija biológica de mi mamá. En ese entonces me debatía entre qué derecho primaba, si el de la persona o el del Estado y me dio más dudas sobre el tema, me negó más. Volví a ser citado para la extracción de sangre y ante la negativa el caso llegó hasta la Corte Suprema de Justicia, que me dio la razón.
-¿Cuando fue que te enteraste?
En junio de 2010, en pleno mundial, yo estaba saliendo de la Fuerza Aérea y me paran dos personas de civil, eran policías federales de Interpol con una orden del juez para que vaya al juzgado, intenté negarme pero fui. En el despacho estaban el secretario haciendo el acta, personal del hospital Durand y el juez Canicoba Corral. Me pidieron la ropa, me negué y tras discutir con el juez, me sacaron la remera y otras prendas para así extraerme el ADN. Y el análisis dio positivo.
En septiembre me enteré que el juzgado no consideraba aún que me debían notificar pero Abuelas, si. De la situación se entera la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y decide que yo me notifique por medio de Nilda Garré, que estaba a cargo del ministerio de Defensa, con quien establecí desde ahí un vínculo cercano.
-¿Te sorprendió que tu caso comience a ser conocido?
No me deja de sorprender, hoy soy invitado a alguna charla y por ahí la gente que va sabe más cosas que yo de mi historia. Yo a partir de ahí sentí muy cerca a miembros de Abuelas y hasta a la misma Presidenta, a quien conocí cuando Estela me llevó a una entrega de premios de la Unesco a Abuelas. Ella se enteró que yo era Ezequiel, el nieto 102 y se acercó y estuvo hablando conmigo más de 15 minutos, estaba al tanto de toda mi historia.
-La Presidenta sabia detalles de tu historia ¿Cómo fue saber eso?
Me sorprendí de la magnitud de los detalles que sabía de mi caso, de mi historia y comprobé que ella sentía un compromiso con la causa y la lucha de los derechos humanos. Es una bandera que ella lleva de corazón. Para mi fue muy raro porque era mi vida. Yo previo a esto ni me fijaba en la política de derechos humanos, no registraba ningún hecho, no tenía ni siquiera una opinión formada.
-¿Qué objetivo te pones ahora, que ya tenés tu nueva identificación?
Ahora estoy en una búsqueda más histórica de la vida de mis padres. Quiero saber quiénes fueron, con quien militaron. Muchos terminaron muertos o desaparecidos así que no encuentro a mucha gente, pero me gustaría encontrar gente para reconstruir los últimos años de su vida. Yo no los juzgo, creo que ellos estuvieron en la lucha armada y pelearon por lo que consideraban justo, jamás voy a cuestionarlos ni juzgarlos, cada uno se va haciendo al andar”, finalizó.