Las personas que estudian en contextos de encierro "no reinciden" en el delito, destacó Jaime Perczyk, al revelar que el ámbito donde más creció la matrícula estudiantil en la última década en todo el país, es en las cárceles.
"Se sabe que aquellos que estudian no reinciden, entonces la decisión es más educación allí adentro, y por eso hay un pedido muy fuerte del Ministerio de Justicia, del Servicio Penitenciario de abrir la oferta educativa" en las cárceles, aseguró el funcionario a Télam.
El crecimiento se dio en todos los niveles, pero en el secundario "es donde más creció la cantidad de alumnos en contextos de encierro", dijo Perczyk tras destacar que en 2002 había 2.500 estudiantes en ese nivel y en 2010, 16.000, lo que significa un 557 por ciento de aumento.
El funcionario señaló que en el nivel primario pasó de 6.500 en 2002 a 15.500 en 2010, lo que significa un 137 por ciento y enfatizó que "hay primaria en todos los servicios penitenciarios y en casi todos hay secundario, salvo en dos o tres".
En tanto, el otro nivel que creció significativamente es el de formación profesional ya que pasó de 2.480 en 2002 a 8.100 en 2010, representando un 226 por ciento de incremento.
La formación profesional en las cárceles "te obliga a tener la primaria completa, es la formación para ejercer un oficio, y es importante porque es un elemento de reinserción social, estudiás para matriculado gasista, para electricista, tornero, y cuando salís tenés un oficio, y eso creció muchísimo".
"El estudio -enfatizó- y sobre todo de la secundaria o profesional habla de una proyección hacia afuera, de una esperanza, de buscar una segunda oportunidad después de pagar la deuda con la sociedad".
En este sentido, aseguró que la educación en las cárceles "es pura demanda que hay que satisfacer", y añadió que "la educación es parte de los trabajos de reinserción social y de mejora del desarrollo social de la Argentina".
La apertura de servicios educativos se dio en casi todas las unidades carcelarias del país en la última década pero fundamentalmente a partir de 2006 con la Ley de Educación.
Los datos sobre el elevado crecimiento de presos que estudian, contrastan fuertemente con los de crecimiento de población carcelaria, de un 28 por ciento en el período estudiado, y del crecimiento de la población total del país, de un 10 por ciento en la última década, según el censo nacional 2010.
Perczyk aseguró que el acceso a la educación en contextos de encierro "creció parejo en todo el país y trabajamos con las provincias para que en todos lados estén los servicios educativos" y añadió a la vez que es "parejo en unidades de mujeres y de varones".
Las cifras se desprenden del informe que presentó el miércoles pasado el titular de la cartera, Alberto Sileoni, sobre "Acceso y egreso en el sistema educativo" público y privado entre el 2001 y el 2010.
En este ámbito, los datos abarcan desde el 2002, según las cifras del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep) y los del 2010 del Relevamiento Anual del Ministerio de Educación.
Perczyk enfatizó que "nosotros queremos que estudien, hay que facilitarles el estudio" y aseguró que la calidad educativa en situación de encierro es la misma que afuera, en cuanto a los programas y nivel de exigencia porque son las mismas escuelas para jóvenes y adultos que abren sedes en los penales.
Ante los obstáculos que se presentan para dar una continuidad al estudio, como los traslados de unidad penitenciaria o situaciones internas particulares, precisó que "estamos trabajando para que la persona que se va a otro penal pueda llevarse sus datos educativos".
En este marco, destacó que "buscamos que la escuela sea un derecho; hay una instrucción en el Ministerio de Justicia que establece que la educación no es un privilegio que te pueden sacar, sino un derecho que tenés ahí adentro".
El total de estudiantes dentro de las cárceles, tomando todos los niveles y haciendo una síntesis, asciende a 40.000 en 2010 dejando atrás la cifra de 2002 de 11.500, que significa en general un 250 por ciento de aumento, y se distribuyen en 180 unidades penitenciarias en todo el país, de las cuales 33 pertenecen al Servicio Penitenciario Federal (SPF) y el resto son provinciales.
Las cifras precisan que del total de la población carcelaria, un 25 por ciento tiene primaria incompleta; un 38,9 primaria completa; un 17 secundaria incompleta; un 6 secundaria completa; un 6,9 ningún estudio, un 1,2 tiene estudios superiores incompletos y un 0,8 superior completo.
El crecimiento se dio en todos los niveles, pero en el secundario "es donde más creció la cantidad de alumnos en contextos de encierro", dijo Perczyk tras destacar que en 2002 había 2.500 estudiantes en ese nivel y en 2010, 16.000, lo que significa un 557 por ciento de aumento.
El funcionario señaló que en el nivel primario pasó de 6.500 en 2002 a 15.500 en 2010, lo que significa un 137 por ciento y enfatizó que "hay primaria en todos los servicios penitenciarios y en casi todos hay secundario, salvo en dos o tres".
En tanto, el otro nivel que creció significativamente es el de formación profesional ya que pasó de 2.480 en 2002 a 8.100 en 2010, representando un 226 por ciento de incremento.
La formación profesional en las cárceles "te obliga a tener la primaria completa, es la formación para ejercer un oficio, y es importante porque es un elemento de reinserción social, estudiás para matriculado gasista, para electricista, tornero, y cuando salís tenés un oficio, y eso creció muchísimo".
"El estudio -enfatizó- y sobre todo de la secundaria o profesional habla de una proyección hacia afuera, de una esperanza, de buscar una segunda oportunidad después de pagar la deuda con la sociedad".
En este sentido, aseguró que la educación en las cárceles "es pura demanda que hay que satisfacer", y añadió que "la educación es parte de los trabajos de reinserción social y de mejora del desarrollo social de la Argentina".
La apertura de servicios educativos se dio en casi todas las unidades carcelarias del país en la última década pero fundamentalmente a partir de 2006 con la Ley de Educación.
Los datos sobre el elevado crecimiento de presos que estudian, contrastan fuertemente con los de crecimiento de población carcelaria, de un 28 por ciento en el período estudiado, y del crecimiento de la población total del país, de un 10 por ciento en la última década, según el censo nacional 2010.
Perczyk aseguró que el acceso a la educación en contextos de encierro "creció parejo en todo el país y trabajamos con las provincias para que en todos lados estén los servicios educativos" y añadió a la vez que es "parejo en unidades de mujeres y de varones".
Las cifras se desprenden del informe que presentó el miércoles pasado el titular de la cartera, Alberto Sileoni, sobre "Acceso y egreso en el sistema educativo" público y privado entre el 2001 y el 2010.
En este ámbito, los datos abarcan desde el 2002, según las cifras del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (Sneep) y los del 2010 del Relevamiento Anual del Ministerio de Educación.
Perczyk enfatizó que "nosotros queremos que estudien, hay que facilitarles el estudio" y aseguró que la calidad educativa en situación de encierro es la misma que afuera, en cuanto a los programas y nivel de exigencia porque son las mismas escuelas para jóvenes y adultos que abren sedes en los penales.
Ante los obstáculos que se presentan para dar una continuidad al estudio, como los traslados de unidad penitenciaria o situaciones internas particulares, precisó que "estamos trabajando para que la persona que se va a otro penal pueda llevarse sus datos educativos".
En este marco, destacó que "buscamos que la escuela sea un derecho; hay una instrucción en el Ministerio de Justicia que establece que la educación no es un privilegio que te pueden sacar, sino un derecho que tenés ahí adentro".
El total de estudiantes dentro de las cárceles, tomando todos los niveles y haciendo una síntesis, asciende a 40.000 en 2010 dejando atrás la cifra de 2002 de 11.500, que significa en general un 250 por ciento de aumento, y se distribuyen en 180 unidades penitenciarias en todo el país, de las cuales 33 pertenecen al Servicio Penitenciario Federal (SPF) y el resto son provinciales.
Las cifras precisan que del total de la población carcelaria, un 25 por ciento tiene primaria incompleta; un 38,9 primaria completa; un 17 secundaria incompleta; un 6 secundaria completa; un 6,9 ningún estudio, un 1,2 tiene estudios superiores incompletos y un 0,8 superior completo.