El Papa celebró hoy el matrimonio de 20 parejas, algunas de las cuales ya vivían juntas, vienen de matrimonios anteriores e incluso tienen hijos, todas situaciones que siempre han sido consideradas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia católica.
El gesto, que se produce tres semanas antes de que tenga lugar un encuentro internacional de obispos para debatir el futuro de la familia con asuntos como las relaciones sexuales prematrimoniales, fue considerado por los observadores vaticanos como una nueva prueba de la defensa del Papa de una iglesia "misericordiosa", según un cable de DPA.
En su homilía, el Obispo de Roma recordó que el matrimonio "es símbolo de la vida, de la vida real", y afirmó que no es una "novela", sino que es el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, "un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía".
El Pontífice aseguró que es "incalculable" la fuerza, la carga de humanidad y la ayuda recíproca de una familia, pero no dejó de remarcar las dificultades que deberán sobrellevar los esposos en su vida marital.
"No es un camino llano, sin problemas, no, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida", dijo.
Francisco aseguró que hay parejas que sienten la tentación de "abandonar el camino", que "no soportan el viaje de la vida conyugal y familiar" y "pierden el gusto del matrimonio".
"Dios no elimina las serpientes pero ofrece un antídoto", remarcó mientras reflexionaba sobre la "reciprocidad de las diferencias".
No obstante, subrayó que "el amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos".
"Porque eso es el matrimonio: un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser mejor hombre", dijo.
"Los elegidos para ser casados el domingo son parejas como muchas otras", comunicó esta semana la diócesis de Roma, que seleccionó a los novios que participarían en la ceremonia en la Basílica de San Pedro.
Las edades de los novios van de los 25 a los 56 años y entre ellos hay parejas "que ya viven juntas, algunas que ya tienen hijos y algunas que se conocieron en la iglesia", señaló la diócesis.
Gabriella, de 56 años, fue madre soltera, y su esposo Guido de 49, había contraído matrimonio en el pasado, aunque luego fue declarado nulo por el tribunal eclesiástico de la Santa Rosa.
Ambos estuvieron acompañados por la hija de la primera.
Gabriella declaró a Radio Vaticano estar "agradecida" de poder sellar en la iglesia su unión con Guido, "porque sería un sacrificio muy duro ser privado de los sacramentos, de la comunión, y ser privado de una vida bendecida por Dios, un amor que es bendecido y experimentado como debe ser", afirmó.
Otra de las parejas casadas es la de Flaviano y Giulia, los más jóvenes, que habían pensado renunciar al banquete nupcial por el elevado costo del mismo ya que ella trabaja en un restaurante de comida rápida y él acaba de perder su empleo.
Por esta razón, su parroquia se movilizó para organizar una fiesta en la que participa "toda la comunidad", consigna la agencia EFE.
Hoy al término de la misa, el pontífice concluyó con "un pequeño consejo: es normal que los esposos peleen, es normal. Siempre se hace. Pero les aconsejo que jamás terminen la jornada sin hacer la paz. Es suficiente un pequeño gesto y así se sigue caminando. El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una `novela`".
Es bastante extraordinario que un papa celebre bodas públicas. Juan Pablo II lo hizo dos veces, en 1994 y 2000, mientras que Benedicto XVI nunca ofició este sacramento durante su pontificado.
En su homilía, el Obispo de Roma recordó que el matrimonio "es símbolo de la vida, de la vida real", y afirmó que no es una "novela", sino que es el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, "un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía".
El Pontífice aseguró que es "incalculable" la fuerza, la carga de humanidad y la ayuda recíproca de una familia, pero no dejó de remarcar las dificultades que deberán sobrellevar los esposos en su vida marital.
"No es un camino llano, sin problemas, no, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida", dijo.
Francisco aseguró que hay parejas que sienten la tentación de "abandonar el camino", que "no soportan el viaje de la vida conyugal y familiar" y "pierden el gusto del matrimonio".
"Dios no elimina las serpientes pero ofrece un antídoto", remarcó mientras reflexionaba sobre la "reciprocidad de las diferencias".
No obstante, subrayó que "el amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos".
"Porque eso es el matrimonio: un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser mejor hombre", dijo.
"Los elegidos para ser casados el domingo son parejas como muchas otras", comunicó esta semana la diócesis de Roma, que seleccionó a los novios que participarían en la ceremonia en la Basílica de San Pedro.
Las edades de los novios van de los 25 a los 56 años y entre ellos hay parejas "que ya viven juntas, algunas que ya tienen hijos y algunas que se conocieron en la iglesia", señaló la diócesis.
Gabriella, de 56 años, fue madre soltera, y su esposo Guido de 49, había contraído matrimonio en el pasado, aunque luego fue declarado nulo por el tribunal eclesiástico de la Santa Rosa.
Ambos estuvieron acompañados por la hija de la primera.
Gabriella declaró a Radio Vaticano estar "agradecida" de poder sellar en la iglesia su unión con Guido, "porque sería un sacrificio muy duro ser privado de los sacramentos, de la comunión, y ser privado de una vida bendecida por Dios, un amor que es bendecido y experimentado como debe ser", afirmó.
Otra de las parejas casadas es la de Flaviano y Giulia, los más jóvenes, que habían pensado renunciar al banquete nupcial por el elevado costo del mismo ya que ella trabaja en un restaurante de comida rápida y él acaba de perder su empleo.
Por esta razón, su parroquia se movilizó para organizar una fiesta en la que participa "toda la comunidad", consigna la agencia EFE.
Hoy al término de la misa, el pontífice concluyó con "un pequeño consejo: es normal que los esposos peleen, es normal. Siempre se hace. Pero les aconsejo que jamás terminen la jornada sin hacer la paz. Es suficiente un pequeño gesto y así se sigue caminando. El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una `novela`".
Es bastante extraordinario que un papa celebre bodas públicas. Juan Pablo II lo hizo dos veces, en 1994 y 2000, mientras que Benedicto XVI nunca ofició este sacramento durante su pontificado.