Según las pericias realizadas en la planta de Comunicaciones del Ministerio de Seguridad bonaerense, los tres policías asesinados el viernes pasado habrían muerto a manos de una sola persona, probablemente un ex convicto. Los cuerpos de las víctimas presentan cortes y puntazos similares realizados con un cuchillo de carnicería. Los investigadores se inclinan por la hipótesis de una venganza de delincuentes por alguna intervención policial. Los tres policías asesinados el viernes pasado en la planta de Comunicaciones del Ministerio de Seguridad habrían recibido el ataque a cuchilladas de una sola persona, con método similar al empleado en peleas de presidio, informa hoy el diario Clarín.
A poco más de un dìa del triple crimen, los peritos forenses determinaron que la escena de muerte revela un comportamiento relacionado con las formas "tumberas" (presidiarias) de agresión. La primera especulación de la Fiscalía sostenida por alguna evidencia es que un ex convicto pudo haber sido el atacante.
Las lesiones en los cuerpos tienen la misma intensidad de corte, las cuchilladas profundas manifiestan igual presión y los puntazos siguen un recorrido similar. Según la investigación, el arma utilizada fue un cuchillo de filo utilizado en carnicerías y los peritos determinaron un total de 56 lesiones en las autopsias.
El agresor pudo estar acompañado de dos o más personas. De acuerdo con los informes forenses, los oficiales Ricardo Torres Barbosa (26) y Alejandro Rubén Vatalaro (27) terminaron rematados en el suelo. Ambos tenían un tiro en la cabeza. En tanto que el sargento Pedro Díaz (45) fue alcanzado por cuatro balazos en la espalda durante un escape frustrado. Los tiros de pistola 9 milímetros corresponderían al arma de Barbosa o Vatalaro.
Este es el mapa de la masacre que dispone la fiscal Leyla Aguilar, del cual se desprende que no hubo intención de robo de material específico. Unos 1.500 intercomunicadores, de 500 dólares cada uno, ni siquiera fueron tocados. Los agresores apenas se llevaron una escopeta, pistolas de los dos oficiales y sus chalecos protectores.
De esta manera la secuencia confinaría el episodio al móvil de la venganza. Una "factura" de los delincuentes por alguna intervención policial o ejecutada por motivaciones personales vinculadas al ámbito privado. Tampoco se excluye la hipótesis del asesinato por encargo, sin demasiados pruritos en la contratación de la mano de obra.