Este martes, en la iglesia Catedral de Corrientes, monseñor Domingo Castaña, pronunció su última homilía como arzobispo de Corrientes. Se despidió de la feligresía, señalando: “Cada acontecimiento quedará grabado en mi corazón como una misteriosa reiteración del amor de Dios” aunque, por otra parte, expresó haber padecido “mucho desconocimiento, bastante incomprensión y mucho silencio” en torno a la naturaleza evangélica de su ministerio.
Con la misa celebrada a las 20 horas del martes en la Catedral de Corrientes y posterior cena en el Colegio Salesiano, el Monseñor Domingo S. Castagna, Arzobispo emérito de Corrientes, se despidió este martes de su cargo, luego de ocuparlo por trece años, aunque como se sabe continuará con su labor católica lejos de fueros políticos.
En esta homilía de despedida, Castagna manifestó a sus fieles su gratitud por “la gracia inapreciable de haberlos conocido y servido como Arzobispo durante trece años y casi cuatro meses” y aseguró que “cada acontecimiento quedará grabado en mi corazón como una misteriosa reiteración del amor de Dios.
Inmediatamente, sin embargo, el religioso se preguntó: “¿por qué no decir toda la verdad?” y señaló haber padecido “mucho desconocimiento de la naturaleza evangélica de mi ministerio, bastante incomprensión y mucho silencio.”
Castagna, quien por otra parte celebraba su 52 aniversario de Ordenación Sacerdotal, dijo, parafraseando a Santa Teresita del Niño Jesús: “Al cabo de 52 años de sacerdocio, de ellos 29 de episcopado, puedo afirmar: ‘Todo ha sido y es gracia’.”
“Ahora advierto, encarando la última etapa de mi vida - en rumbo hacia la síntesis anhelada - que la gracia lo toma todo: ‘Todo es gracia’. Me basta recorrer serenamente mi larga vida para sorprenderme de lo bueno que es Dios” expresó Castagna, quien, a manera de balance reseñó su niñez junto a un párroco santo, que pudo verso sacerdote, su juventud sacerdotal y su “inesperado” episcopado. “Todo es gracia” concluyó.
Por otra parte Castagna afirmó anunciar con gozo la llegada del Monseñor Andrés Stanovnik, quien lo sucederá en el cargo, e indicó que su partida no representa un padecimiento.
“Celebro con ustedes mi paso al costado y anuncio con gozo a quien me sucederá. No me angustia desaparecer, me angustiaría enfriar mi amor a Jesús y a su Iglesia” afirmó.
Por otra parte ratificó a sus feligreses que, al margen de su puesto en el arzobispado “podrán contar con mi oración y mi silencio, mi experiencia, el perdón de Dios y la Eucaristía que celebraré para ustedes.”