Nada vale más que una vida, por eso el fútbol argentino está de luto debido a la muerte del hincha de Vélez Emanuel Martínez. Además, para que todo sea más grave estalló la interna de la barra de Boca, provocando heridos y cientos de detenidos. Con dos partidos suspendidos se disputó la fecha. El show debe continuar.
Pasó la sexta fecha del torneo Clausura y hablar de fútbol casi que no tiene sentido, porque un gol, un triunfo, un empate o una derrota no valen más que una vida. Por eso, más allá de los resultados deportivos, por lo que ocurrió el sábado perdieron todos.
También es grave que los protagonistas del espectáculo, los futbolistas, no hayan determinado que no se juegue la fecha, por más que está claro que esto no hubiera generado ningún cambio ni iba a devolverle a la vida al hincha de Vélez asesinado. El show debe seguir y el negocio no se puede detener.
Emanuel Alvarez tenía sólo 21 años. Iba en un micro a la cancha de San Lorenzo a ver a su amado Vélez. Y por tener los colores contrarios a un criminal perdió la vida. Lo asesinaron de un balazo en el torax.
¿Tienen la culpa los organismos de seguridad? ¿Tienen la culpa los dirigentes del fútbol? Mucho se hablará, mucho se opinará, pero a la familia del chico Alvarez nada le devolverá a su hijo. Ni siquiera que aparezca el culpable.
Nadie mentalmente sano puede entender lo que sucedió, porque a este chico ni siquiera lo mataron en un enfrentamiento de barras, primero porque todos los que conocían a Emanuel aseguraron que no tenía vinculación con la violencia. Lo asesinaron por tener la camiseta de otro equipo.
Sin buscar justificar, un ladrón puede matar robando un banco. Lo hace por dinero. Repudiable y patético. ¿Por qué mataron a Emanuel? La respuesta no tiene nlógica, porque sucedió por el sólo hecho de tener la camiseta de Vélez. No se puede comprender.
A este ritmo hoy es Emanuel, mañana puede ser Pedro, Juan o Marcelo. Si para el criminal que mató el sábado cualquiera que tenga otra camiseta puede ser víctima de su locura.
Esta locura no la genera el fútbol, la genera un delincuente que dispara a otro ser humano por tener la camiseta de otro equipo. De esto el fútbol no tiene la culpa.
En cambio, el fútbol -los que lo rodean, porque la pelota es la única realmente inocente en esta historia- si tiene la culpa de lo que le sucedió a los jugadores de Gimnasia y Esgrima de Jujuy, quienes fueron amenazados por los barras, que la gente del fútbol creo y alimentó. Esta vez fueron los violentos jujeños, mañana puede ser los de cualquier otro.
Por este tema y por cuestiones de seguridad ajenas a Gimnasia de Jujuy se tuvo que suspender el partido del equipo local y Lanús.
Para que el domingo siga siendo negro, estalló la interna de la barrabrava de Boca. En realidad, hace rato que se sabe que hay peleas, pero este domingo la “guerra interna” por el poder dejado por Rafael Di Zeo, quien está cumpliendo una condena en Marcos Paz, dejó un saldo de varios heridos, uno de ellos un hospitalizado, y cientos de detenidos.
Antes y después de que mataron a Emanuel hubo fútbol y más violencia. ¿Importa? Las estadísticas dirán que Independiente le ganó 3-1 a Gimnasia de La Plata, que Huracán-Boca y River-Racing igualaron 0-0, que Newell’s goleó 4-1 a Arsenal.
También empataron Banfield y Tigre en un partido emocionante 3-3. El viernes Rosario Central superó en Bahía Blanca a Olimpo 3-1 y luego en La Plata Estudiantes venció 3-2 a San Martín de San Juan.
En Santa Fe Colón volvió a perder de local, esta vez 1-0 con Argentinos Juniors y después de la derrota Leonardo Astrada dejó de ser el entrenador del “Sabalero”.
Con un partido menos Vélez sigue siendo el líder del certamen junto a Estudiantes y con un encuentro más Racing sigue cerrando la tabla de posiciones junto a Gimnasia de Jujuy, que aún deben jugar con Lanús.
Los partidos entre San Lorenzo-Vélez y Gimnasia y Esgrima de Jujuy-Lanús fueron suspendidos. El martes en la AFA se comenzará a definir cuando se jugarán.
Pasó la sexta fecha y el show siguió, porque dicen que debe seguir. Pero hay un chico muerto, jugadores amenazados, las peleas internas de las barras mantienen en vilo a todos y un clima de inmensa tristeza que un resultado deportivo no podrá cambiar.