El empresario que había denunciado por enriquecimiento ilícito y evasión al candidato opositor Ricardo Colombi se suicidó hoy, a tres días de las elecciones, tras recibir numerosas amenazas contra la vida de sus hijos mediante mensajes de texto, fotografías y otras comunicaciones de desconocidos que le habrían exigido su propia muerte o el desistimiento de la presentación contra el aspirante a la Gobernación.
Hernán González Moreno, de apenas 28 años y padre de un niño de cuatro y una niña de un año y medio, se comunicó antes de la medianoche de la víspera con varios amigos íntimos a los que comunicó su decisión: “Me quebraron, me amenazan con matar a mis hijos si no me mato yo antes, y me voy a pegar un tiro para salvarlos“.
Con esas palabras desesperadas González Moreno se despidió de al menos seis amigos de su entorno más cercano, incluido el gobernador Arturo Colombi y el director de Información Pública de la provincia, José Luís Zampa, a quien el mandatario envió junto con miembros de su custodia personal para que intentaran evitar el trágico desenlace.
Zampa y los custodios del gobernador se encontraron con familiares, amigos y empleados del empresario en la estancia que posee su padre en el centro de la provincia, donde González Moreno solía descansar y practicar la cacería, sitio donde fue encontrado dentro de su automóvil alrededor de las cuatro de la mañana de hoy.
“Lo encontramos acurrucado en la butaca del conductor de su Toyota Camry, estaba a su lado la pistola Colt 45 con la que se disparó una bala después de bajar todos los cristales del vehículo; a su lado estaban los celulares con los que se había comunicado con nosotros para anoticiarnos de su decisión“, relató Zampa a la prensa.
El empresario dijo en sus comunicaciones con sus íntimos haber recibido alrededor de un mensaje amenazador cada media hora en los que se incluían fotos de sus hijos ingresando al jardín de infantes el mismo día del envío y otros recados electrónicos tan actuales como escalofriantes: mostraban a sus niños mientras viajaban, en horas de la tarde de ayer, a la ciudad de Buenos Aires.
“Los siguieron a mis cachorros todo el viaje, mil kilómetros, para matarlos; se metieron con mis cachorros y me quebraron; me exigen que me mate o que desista de la denuncia contra Ricardo, pero yo tengo códigos y no voy a desdecirme“, alcanzó a explicar González Moreno con el llanto contenido, por teléfono.
A varios de sus amigos les pidió: “Por favor hagan lo que tengan que hacer pero no dejen que Ricardo llegue al poder de nuevo; Ricardo Colombi me quebró, rompió los códigos más sagrados, yo no voy a dejar que se metan con mis cachorros“.
Después, los incesantes llamados de sus conocidos se toparon con la terrible realidad del Toyota negro estacionado en medio de la inmensidad de un palmar, rodeado por la helada y con el motor en marcha, el estéreo encendido y música tranquila sonando por los parlantes.
Hernán González eligió meticulosamente el escenario de su muerte, pues también había aclarado a quienes quisieran rescatarlo que “estoy en medio de un palmar, lejos, donde no me van a encontrar fácil“.
Era verdad; las tres camionetas que salieron a rastrearlo en la madrugada, incluida la del director de Información Pública y los policías encargados de la custodia personal del gobernador, tardaron tres horas en dar con el vehículo de González Moreno.
Eran las cuatro de la mañana y las comunicaciones se hacían difíciles por la mala señal de los teléfonos celulares, pero alcanzaron para llamar al fiscal de Instrucción de turno con jurisdicción en Goya, Carlos Barri, quien dirigió el procedimiento posterior y el secuestro de los elementos que estaban en Camry.
Entre ellos los celulares a través de los cuales González Moreno habría recibido las amenazas y varios documentos inquietantes para sus enemigos políticos: copias de actas notariales con el nombre de Hernán Marcelo Laslo, el sindicado como testaferro del ex gobernador Ricardo Colombi en la causa que el empresario ahora fallecido radicó en la Justicia Federal en julio pasado.
Con esas palabras desesperadas González Moreno se despidió de al menos seis amigos de su entorno más cercano, incluido el gobernador Arturo Colombi y el director de Información Pública de la provincia, José Luís Zampa, a quien el mandatario envió junto con miembros de su custodia personal para que intentaran evitar el trágico desenlace.
Zampa y los custodios del gobernador se encontraron con familiares, amigos y empleados del empresario en la estancia que posee su padre en el centro de la provincia, donde González Moreno solía descansar y practicar la cacería, sitio donde fue encontrado dentro de su automóvil alrededor de las cuatro de la mañana de hoy.
“Lo encontramos acurrucado en la butaca del conductor de su Toyota Camry, estaba a su lado la pistola Colt 45 con la que se disparó una bala después de bajar todos los cristales del vehículo; a su lado estaban los celulares con los que se había comunicado con nosotros para anoticiarnos de su decisión“, relató Zampa a la prensa.
El empresario dijo en sus comunicaciones con sus íntimos haber recibido alrededor de un mensaje amenazador cada media hora en los que se incluían fotos de sus hijos ingresando al jardín de infantes el mismo día del envío y otros recados electrónicos tan actuales como escalofriantes: mostraban a sus niños mientras viajaban, en horas de la tarde de ayer, a la ciudad de Buenos Aires.
“Los siguieron a mis cachorros todo el viaje, mil kilómetros, para matarlos; se metieron con mis cachorros y me quebraron; me exigen que me mate o que desista de la denuncia contra Ricardo, pero yo tengo códigos y no voy a desdecirme“, alcanzó a explicar González Moreno con el llanto contenido, por teléfono.
A varios de sus amigos les pidió: “Por favor hagan lo que tengan que hacer pero no dejen que Ricardo llegue al poder de nuevo; Ricardo Colombi me quebró, rompió los códigos más sagrados, yo no voy a dejar que se metan con mis cachorros“.
Después, los incesantes llamados de sus conocidos se toparon con la terrible realidad del Toyota negro estacionado en medio de la inmensidad de un palmar, rodeado por la helada y con el motor en marcha, el estéreo encendido y música tranquila sonando por los parlantes.
Hernán González eligió meticulosamente el escenario de su muerte, pues también había aclarado a quienes quisieran rescatarlo que “estoy en medio de un palmar, lejos, donde no me van a encontrar fácil“.
Era verdad; las tres camionetas que salieron a rastrearlo en la madrugada, incluida la del director de Información Pública y los policías encargados de la custodia personal del gobernador, tardaron tres horas en dar con el vehículo de González Moreno.
Eran las cuatro de la mañana y las comunicaciones se hacían difíciles por la mala señal de los teléfonos celulares, pero alcanzaron para llamar al fiscal de Instrucción de turno con jurisdicción en Goya, Carlos Barri, quien dirigió el procedimiento posterior y el secuestro de los elementos que estaban en Camry.
Entre ellos los celulares a través de los cuales González Moreno habría recibido las amenazas y varios documentos inquietantes para sus enemigos políticos: copias de actas notariales con el nombre de Hernán Marcelo Laslo, el sindicado como testaferro del ex gobernador Ricardo Colombi en la causa que el empresario ahora fallecido radicó en la Justicia Federal en julio pasado.